Ciudad de México,
Axel Olivares
Crédito foto: Gustavo Torres (NotiPress/Composición)
La empresa de implantes cerebrales de Elon Musk, Neuralink, pondrá a prueba su dispositivo para ver si una persona es capaz de controlar un brazo robótico utilizando solo sus pensamientos. Para eso, utilizará la interfaz cerebro-computadora (BCI), un dispositivo del tamaño de una moneda, denominado N1, que un robot implanta quirúrgicamente en el cerebro.
Actualmente, la empresa está evaluando la seguridad de su BCI y su capacidad para controlar una computadora en personas con parálisis. Si bien este se considera un gran paso, mover un brazo protésico no es una hazaña nueva para la BCI. En 2008, un equipo dirigido por Andrew Schwartz en la Universidad de Pittsburgh demostró que un mono podía controlar un brazo robótico para alimentarse utilizando señales de su cerebro. Luego, en un estudio de 2012, dos personas paralizadas por un ictus lograron guiar un brazo robótico para alcanzar y agarrar objetos simplemente pensando en ello.
Pero, a diferencia de los estudios anteriores, el sistema de Neuralink es inalámbrico. Prueba de ello es la conexión de su BCI a una computadora sin la necesidad de una conexión física para controlar el cursor. El implante consta de 64 hilos de alambre fino y flexible que penetran en el tejido cerebral. Cada hilo contiene 16 electrodos que recogen las señales neuronales.
El primer participante del estudio, Noland Arbaugh, se sometió a una cirugía cerebral en enero de 2024 para recibir el implante Neuralink. Al principio el dispositivo no funcionó bien, pero Neuralink pudo recuperar el control de Arbaugh modificando su algoritmo de registro cerebral para hacerlo más sensible y cambiando la forma de traducir las señales neuronales en movimientos del cursor.
Alex, el segundo paciente, recibió el implante en julio del mismo año. Los directivos de la empresa aseguraron que habían tomado medidas para reducir la probabilidad de retracción del hilo, entre ellas reducir el movimiento del cerebro durante la intervención y reducir el espacio entre el implante y la superficie del cerebro, varios aspectos que no se tuvieron en cuenta con Arbaugh.
Según informó Neuralink en X, el brazo robótico "permitirá la inclusión cruzada de participantes del estudio PRIME en curso". Sin embargo, no dieron demasiados detalles sobre el nuevo proyecto.
Brian Dekleva, investigador científico de los laboratorios de ingeniería neural de rehabilitación de la Universidad de Pittsburgh, aseguró que el mayor reto para lograr el control BCI de un brazo robótico de asistencia es la necesidad de calibración. El experto indicó que "cuanto más complicado sea el control, cuantos más grados de libertad añadas, más tiempo llevará en general la calibración". "La gente no quiere sentarse a hacer una calibración de media hora al principio de cada día para poder usar su dispositivo", agregó.
Si se logran superar estas limitaciones, las BCI podrían ser la clave para que muchas personas con parálisis puedan realizar tareas cotidianas sin ayuda. Sin embargo, primero se deben evaluar los resultados de los primeros estudios.