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Desde 1990, con el surgimiento del internet, empezaron a surgir los primeros servicios de sitios en línea. En un principio el funcionamiento de estas se basaba en filtrar cuestionarios que eran respondidos por los usuarios y emparejar aquellos con respuestas similares. Con el avance de la tecnología este proceso cambió drásticamente, pues los servicios de citas adoptaron el sistema conocido como "deslizar perfiles". El cual en apariencia parece sugerir perfiles de forma más o menos aleatoria, ajustándose a las preferencias de edad, género y localización del usuario. Sin embargo, los algoritmos detrás de las "sugerencias" de perfiles de estas apps son muy complejos.
Cabe destacar, el algoritmo de Tinder es todo un misterio, pese a ser estudiado hasta el cansancio, dado su valor comercial y sus políticas, los datos de funcionamiento de su algoritmo de emparejamiento están restringidos. Lo cual ha generado innumerables hipótesis e investigaciones en torno a los parámetros de la plataforma para mostrar perfiles a los usuarios. Sin embargo, algunos medios como FastCompany han revelado información sobre el funcionamiento de la plataforma. Según un artículo de este medio, publicado en 2016, la empresa realiza una clasificación secreta basada en la deseabilidad de los usuarios.
La nota describe, la calificación de deseabilidad no es una medida de atractivo, sino una escala para establecer cuán compatible puede ser un perfil para los parámetros de un usuario específico. De este modo, los usuarios son clasificados en niveles en función de su puntuación de deseabilidad y se les presentan personas en la misma escala de deseabilidad. Cabe destacar, la descripción está sumamente simplificada, así, la investigación "Descifrando el código de Tinder", de la Universidad de Oxford, ahonda detalladamente en este. Como ejemplo de la complejidad de la plataforma, el estudio establece la importancia del algoritmo para atraer a los usuarios a mantenerse activos e incluso orillarlos a contratar servicios de pago.
De este modo, los sistemas de Tinder toman en cuenta la actividad de los usuarios en la plataforma, lo que esta ofreció, cómo se percibe la experiencia en el sitio, entre otros parámetros. Sin dejar de mencionar los flujos de datos que toma en cuenta, las políticas de gobernanza, los modelos de negocio, los discursos públicos y las preferencias del usuario.
Ante ello, Tecnocracia sostiene, la intervención del usuario es una ilusión, pues el algoritmo emparejará solo aquellos perfiles que considera compatibles bajo los criterios con los cuales fue entrenado. Pero no todo es malo, pues de acuerdo con Tinder, 74% de los usuarios de la app aseguran haber entablado una relación formal con alguien que conocieron en la app.
Pese a lo anterior, diversas investigaciones aseguran que es necesario considerar los sesgos y prejuicios que las inteligencias artificiales puedan generar dada su programación. Por ejemplo, Tecnocracia, considera los parámetros de "deseabilidad" propician la permanencia de estándares construidos históricamente, de esta forma perseveran el racismo y la segregación hacia ciertos grupos demográficos.
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