Ciudad de México,
Andrés Zimbrón
Crédito foto: Wikimedia Commons
Tras la erupción del volcán submarino Hunga-Tonga-Hunga-Ha’apai en el Pacifico Sur, se lanzó una imponente nube de ceniza y polvo en forma de hongo con 20 kilómetros en la atmósfera. La explosión envió ondas de choque las cuales todavía ondulan a través de la atmósfera una semana después de haber hecho erupción.
Shane Cronin, vulcanólogo de la Universidad de Auckland en Nueva Zelanda, reveló en una entrevista que el volcán puede o no regresar a un periodo de latencia después de liberar su furia. Asimismo, los investigadores siguieron de cerca la historia eruptiva de Hunga-Tonga-Hunga-Ha’apai registrada en capas de ceniza endurecida y fragmentos de piedra pómez volcánica. Aunado a ello, Cronin destacó que este volcán entra en erupción cada mil años en promedio y no lo hace una sola vez, sino en múltiples explosiones. "Hemos recopilado información sobre el volcán con el objetivo de ayudar a los esfuerzos de auxilio y predecir lo que podría suceder en un futuro", añadió.
Las proyecciones de Cronin destacan el hundimiento de la caldera o cráter central del volcán, incluso pudo haber hundido algunas islas deshabitadas a sus alrededores. Otro peligro latente es la ceniza, pues, por ahora, el aire en Tonga se encuentra lleno de nubes grises y es difícil saber si el oxígeno provoca riesgos a la salud de los ciudadanos. También, existe un riesgo de colapso de los edificios y el mayor problema hasta el momento son los cultivos, pues la ceniza se adhiere a las plantas y pueden morir. Un problema secundario es el agua potable, de acuerdo con Cronin, la ceniza tiene sales y se disuelven en agua volviéndola ácida.
Alrededor del 50% de los tonganos tienen su agua proveniente de suministros de agua de lluvia, ello podría causar afecciones estomacales. A pesar de su mal sabor y olor desagradable, no llega a ser mortal pues no tiene concentraciones de metales pesados. Si bien, todavía no existe un recuento de los daños sobre la erupción del volcán en Tonga, los especialistas auguran un panorama desalentador para el país oceánico. Un problema es que no hay sismógrafos cerca del volcán y las observaciones para su estudio fueron tomadas desde un barco y a través de un satélite.
Hasta el momento, para los vulcanólogos existen tres escenarios posibles, pequeño, mediano y grande, basados en los antecedentes geológicos. El gran escenario, es que el magma esté reprimido y cargado de gas y podría entrar en erupción ocasionando una explosión muy grande, cambiando por completo la parte superior del volcán.
El escenario medio es que existe un magma, pero la grieta nueva en los flancos del volcán podría estar desgastando cada vez más y en algún punto podría hacer erupción. No obstante, todavía habría interacción entre magma-agua y las posibilidades de formarse una reducida erupción o tal vez un ligero tsunami son latentes.
Por último, el escenario más pequeño sería una actividad residual, algunas explosiones de magma con agua y todo podría volver a la normalidad. En este punto, los vulcanólogos de la Universidad de Auckland ven una gran protuberancia y decoloración en el agua, una señal de que la situación se está aminorando.