Ciudad de México,
Francisco Vicario
Crédito foto: Sergio F Cara (NotiPress)
La agricultura global enfrenta un desafío crítico: cerca del 95 % del suministro mundial de alimentos depende de suelos saludables, pero casi un tercio de las tierras agrícolas están degradadas. Este deterioro amenaza la seguridad alimentaria, limita el secuestro natural de carbono y agrava el cambio climático. En el centro de las soluciones necesarias se encuentran la salud del suelo y el uso de tecnologías personalizadas para maximizar la sostenibilidad agrícola.
Por ello, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) identifica la mala salud del suelo como un riesgo directo para los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Su degradación fomenta la deforestación, reduce los rendimientos agrícolas y disminuye la capacidad de la Tierra para absorber carbono. Por el contrario, suelos fértiles mejoran la biodiversidad, aumentan la productividad y promueven la sostenibilidad social, económica y ambiental.
De acuerdo al World Economic Forum (WEF), encuentros como la COP28 y la Cumbre Africana sobre Fertilizantes y Salud del Suelo 2024 destacan la urgencia de revertir la degradación del suelo. En Nairobi, líderes africanos firmaron la declaración de Nairobi, comprometiéndose a regenerar suelos y triplicar la producción de fertilizantes certificados en la próxima década. Estas iniciativas, impulsadas por avances científicos, buscan un enfoque personalizado que minimice el impacto ambiental y aumente la fertilidad del suelo.
La personalización en la agricultura, potenciada por tecnologías como teledetección, drones e inteligencia artificial, permite a los agricultores aplicar nutrientes de manera precisa. Este método no solo mejora los rendimientos sino que reduce la escorrentía dañina, logrando un equilibrio entre productividad y sostenibilidad.
Así, la regeneración de suelos no recae únicamente en los agricultores. Iniciativas internacionales como la Iniciativa de los 100 Millones de Agricultores y Space for Place de USAID buscan fomentar inversiones público-privadas y monetizar servicios ecosistémicos para financiar la transición hacia prácticas agrícolas sostenibles. Estos esfuerzos están sentando las bases para un sistema alimentario global resiliente, donde el suelo juega un papel central.
Con casi el 50 % de las tierras habitables del planeta dedicadas a la agricultura, restaurar la salud del suelo es esencial para combatir el cambio climático, refiere el WEF. Asimismo, expresó que la colaboración entre gobiernos, corporaciones y agricultores será determinante para proteger este recurso finito y garantizar un futuro alimentario sostenible para las próximas generaciones.