Ciudad de México,
Axel Olivares
Crédito foto: Sergio F Cara (NotiPress)
Ante un mundo cada vez más interconectado, surge la necesidad de experimentar la desconexión. Mientras que el FOMO (fear of missing out o miedo a perderse algo) es un fenómeno que ya es parte de la sociedad, emerge un otro fenómeno que invita a la reflexión: el JOMO, siglas de joy of missing out (la alegría de perderse las cosas).
Desde que las redes sociales comenzaron a formar parte de la vida cotidiana, el FOMO fue un término que se enraizó con fuerza, particularmente entre las generaciones más jóvenes. El miedo a perderse algo, alimentado en gran parte por las publicaciones y actualizaciones en las plataformas, genera una sensación de incomodidad, insuficiencia e incluso ansiedad.
Este miedo se relaciona especialmente a necesidades psicológicas de pertenencia y autoafirmación. Al no estar presentes en ciertos eventos, las personas se sienten excluidas de experiencias significativas o valiosas para su vida. Esta sensación se acentúa cuando observan a sus amigos o conocidos participando activamente en dichas actividades. De acuerdo con un estudio publicado en Computers in Human Behavior, vivenciar el FOMO tiene graves efectos en la salud mental, como la baja autoestima o la ansiedad.
Frente a este miedo, surge como respuesta un movimiento que invita a convertir el miedo en alegría y defiende la idea de que no estar presente o "perderse algo" no solo es aceptable, sino que puede convertirse en una fuente de satisfacción y bienestar personal. Una de las primeras menciones del JOMO la hizo la escritora canadiense Christina Crook en su libro de 2014 The Joy of Missing Out: Finding Balance in a Wired World.
El concepto se propone como una invitación a la desconexión intencionada de las redes sociales, las notificaciones y los eventos sociales para reenfocarse en la creatividad y la tranquilidad mental. Al optar por el JOMO, puede reducirse el estrés y la ansiedad producto de la constante comparación con los demás generada por el FOMO.
Por otro lado, el JOMO ofrece más tiempo para la introspección lo cual fomenta la autoexploración y el desarrollo personal. Además, estimula la creatividad convirtiendo el "aburrimiento" o la desconexión en catalizadores de nuevas ideas. Así como también, mejora de las relaciones personales al priorizar los encuentros cara a cara.
Optar por el JOMO no quiere decir renunciar a la tecnología sino encontrar un equilibrio saludable entre la conectividad y la desconexión. Esto puede lograrse a través del establecimiento de límites en el horario de uso de dispositivos digitales ya sea para revisar las redes sociales o responder mensajes.
Al mismo tiempo, los defensores de este concepto recomiendan usar solo aquellas plataformas y herramientas tecnológicas que agreguen valor a la vida de cada usuario. Y, sobre todo, se recomienda dedicar tiempo a actividades que nutran el bienestar físico y mental, como leer, hacer ejercicio, meditar o, simplemente, descansar. De esta forma, se puede tomar conciencia sobre cómo y cuándo es mejor estar conectados.