
Foto: Sergio F Cara (NotiPress/Composición)
Críticas a la igualdad impuesta desde el Estado señalan que esta práctica, promovida por medios y escuelas, provoca fracturas sociales y resentimientos entre grupos.
Las propuestas para igualar resultados entre sectores de la sociedad han sido señaladas por expertos como factores de división social. Según argumenta el Instituto Mises, imponer igualdad mediante políticas estatales alimenta el resentimiento entre grupos y fomenta una cultura de envidia, impulsada desde instituciones educativas y medios de comunicación.
El economista Thomas Sowell advirtió que muchas iniciativas en nombre de la equidad persiguen una "igualdad ficticia", basada en redistribuir recursos sin considerar el esfuerzo o la productividad. A su juicio, este tipo de intervenciones tienden a presentarse como justicia social, aunque en realidad funcionan como mecanismos para forzar comparaciones artificiales entre colectivos. "Las cruzadas ideológicas en nombre de la igualdad promueven la envidia, cuyas principales víctimas son quienes la envidian", escribió en Intelectuales y raza.
Desde este enfoque, las escuelas y universidades actúan como canales para diseminar estas ideas, construyendo una narrativa donde toda diferencia de resultados debe ser corregida desde el Estado. En este contexto, Sowell señala que "las tendencias, preconcepciones y conclusiones de la intelectualidad se difunden a través de los medios de comunicación y las instituciones educativas".
Un caso citado como ejemplo de estas políticas ocurrió en el Reino Unido, donde el sistema judicial recibió una guía para ajustar sentencias penales según la raza del imputado, con el fin de reducir brechas estadísticas entre blancos y negros. La medida fue retirada tras recibir críticas por basarse en un "análisis erróneo" que omitía la gravedad del delito al analizar las cifras.
En el mismo sentido, el filósofo liberal Ludwig von Mises alertó sobre los efectos de extender beneficios especiales a ciertos grupos. Para él, esta práctica abre la puerta a nuevas demandas sectoriales que profundizan la fragmentación. "Quien niegue derechos a una parte de la población debe estar siempre preparado para un ataque unido de los marginados contra los privilegiados", advirtió en Liberalismo: la tradición clásica.
A su vez, el economista Murray Rothbard consideró que el intervencionismo en nombre de la equidad va en contra de la diversidad natural entre los seres humanos. Destacó que "cada individuo es único, en muchos sentidos diferente de todos los demás", y cuestionó los intentos de corregir estas diferencias a través de ingeniería social.
El denominador común de estas críticas es el uso de políticas públicas para igualar artificialmente los resultados entre grupos, lo que, según sostienen, no solo desincentiva el mérito individual, sino que genera tensiones crecientes en la sociedad. Las campañas en nombre de la igualdad tienden a convertirse en una competencia por beneficios estatales, provocando una espiral de resentimientos y disputas intergrupales.
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