Red hidráulica de Tenochtitlan, el sistema que convirtió lagos salados en un imperio

 13-07-2025
Brenda Rodríguez
   
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Foto: Print Youtube /@tvunam

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El corazón de Tenochtitlan fue escenario de una transformación sin precedentes en Mesoamérica: convertir un entorno lacustre hostil en una ciudad agrícola y comercial de alta densidad poblacional. Los mexicas lograron este desafío mediante una compleja red hidráulica que integró acueductos, albarradones, chinampas y calzadas-dique, esenciales para controlar el agua dulce y salada, facilitar la agricultura y el transporte.

Fundada simbólicamente en 1325, Tenochtitlan creció a partir del dominio del agua elemento que fue tanto su sostén vital como su mayor desafío. La cuenca de México, con lagos salinos en el norte como Texcoco, Xaltocan, y lagunas de agua dulce en el sur, representaba un entorno adverso para la agricultura intensiva. Según narró Diego Durán en 1587, el abastecimiento de agua dulce fue prioritario para la ciudad: "que le enviásemos a rogar que nos diese el agua de Chapultepec para que pudiésemos beber y que nosotros la traeremos a la ciudad".

En 1381, los mexicas iniciaron el acueducto de Chapultepec, semisubterráneo en tierra firme y elevado sobre montículos en la zona lacustre, con dos tubos de cerámica para garantizar el suministro continuo. Este sistema permitía realizar mantenimientos sin interrumpir el flujo, demostrando un nivel técnico avanzado para su época. Más tarde, en 1499, un segundo intento por traer agua desde Xochimilco, bajo el mandato de Ahuízotl, terminó en una trágica inundación que evidenció los riesgos del control hidráulico en la región.

Otro pilar del sistema fueron los terrenos agrícolas artificiales flotantes. Estas estructuras permitieron extender la producción agrícola de muchos municipios del estado de México. Los sistemas hidráulicos locales también incluían complejas redes de manantiales y grandes obras de irrigación con presas y canales. A través de ellos, los mexicas aseguraron estabilidad alimentaria y el crecimiento económico que respaldó su expansión militar.

Los albarradones, como el de Nezahualcóyotl, separaban las aguas dulces de las saladas. Este dique, de al menos 16 kilómetros, mantenía protegidas las zonas agrícolas chinamperas de las inundaciones salinas del lago de Texcoco, como también las calzadas de varias alcaldías que actuaban como diques y rutas comerciales, equipadas con puentes y compuertas, permitiendo regular el nivel del agua y facilitaban el tránsito de personas y mercancías.

La cuenca lacustre también cumplía un papel clave en el transporte. Ante la ausencia de animales de tiro y la rueda con fines prácticos, los mexicas utilizaron los lagos como rutas de navegación. Esto redujo la carga humana en tierra y conectó los distintos asentamientos del valle.

Tal expansión de Tenochtitlan y su dominio hidráulico estuvieron estrechamente vinculados. La organización política y militar del imperio mexica se fortaleció a través del control territorial del agua, que permitió sostener grandes concentraciones urbanas y campañas de conquista en Mesoamérica. El legado de este sistema hidráulico continúa siendo uno de los logros tecnológicos más destacados de la ingeniería prehispánica.




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