Ciudad de México,
Jorge Cerino
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Un nuevo estudio publicado en Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics encontró que las mujeres quienes experimentan inseguridad alimentaria podrían estar expuestas a un alto riesgo de adicción a la comida altamente procesada. La investigación reporta una mayor incidencia en los reportes de síntomas de adicción a la comida, como comer compulsivamente ciertos tipos de alimentos, intentos fallidos de reducirlos y síntomas de abstinencia.
En un comunicado de la Academia de Nutrición y Dietética estadounidense, puntualizan que las familias quienes experimentan inseguridad alimentaria a menudo tienen acceso limitado a alimentos ricos en nutrientes. Por el contrario, cuentan con un mayor acceso a alimentos menos costosos y altamente procesados, con un alto contenido de grasas y azúcares refinados. Además, existen investigaciones con evidencia del vínculo entre alimentos altamente procesados y la activación de respuestas de recompensa neuronal.
Dicho estudio tomó datos de dos investigaciones previas en torno al aumento de peso gestacional en mujeres embarazadas de escasos recursos. El nivel de inseguridad alimentaria se evaluó en torno a la frecuencia de experiencias como la preocupación de si se acabarán los alimentos antes de que llegue más dinero. También el reducir el tamaño de las comidas o el saltarse algún alimento debido a la falta de dinero para comprarlos. La adicción a la comida se midió mediante la Escala de Adicción a la Comida de Yale, basada en manuales de diagnóstico del trastorno por uso de sustancias, adaptada al contexto de alimentos altamente procesados.
Ambas muestras informaron significativamente más síntomas de adicción a los alimentos, en el caso de las mujeres de hogares con inseguridad alimentaria, en comparación con las participantes con seguridad alimentaria. En el primer estudio, las mujeres de hogares con inseguridad alimentaria tenían un 21 por ciento más de síntomas de adicción a los alimentos. En el segundo estudio, las participantes con inseguridad alimentaria tuvieron un 56% más de síntomas de adicción, en relación con las participantes de hogares con seguridad alimentaria.
Pese a las diferencias en las metodologías de las investigaciones revisadas, las similitudes de las asociaciones sugieren un vínculo entre la inseguridad alimentaria y la adicción a la comida. Los autores del estudio consideran preocupante dicha asociación y llaman a investigar más a profundidad el fenómeno. El comunicado menciona "Si las familias con bajos ingresos tienen un acceso desproporcionado a alimentos con potencial adictivo, esto representa un importante problema de justicia social". Esto se compararía con la falta de acceso a agua limpia o vivienda adecuada, por lo que señala la necesidad de abordar el problema a través de políticas sistémicas y cambios ambientales.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, la prevalencia mundial de la inseguridad alimentaria moderada o grave va en aumento lentamente desde 2014. No obstante, el aumento estimado en 2020 fue drástico, equivalente al de los cinco años anteriores combinados. En este sentido, casi una de cada tres personas en el mundo (2 mil 370 millones) no tuvo acceso a una alimentación adecuada en 2020.
Por otro lado, la adicción a la comida puede tener consecuencias graves si no se trata, creando síntomas dañinos y crónicos. Según la organización Eating Disorder Hope, los efectos físicos comprenden enfermedades del corazón, diabetes, problemas digestivos, desnutrición, obesidad, fatiga crónica, dolor crónico, trastornos del sueño, dolores de cabeza y otros. Entre los síntomas psicológicos se encuentran: baja autoestima, depresión, ataques de pánico, aumento de los sentimientos de ansiedad, mayor irritabilidad e ideación suicida, entre otros.
Debido a la creciente prevalencia de la inseguridad alimentaria, el mayor acceso a alimentos altamente procesados entre los sectores más vulnerables y los efectos negativos de la adicción a la comida, los investigadores piden profundizar en el tema. En este sentido, la evidencia de un mayor riesgo de adicción a la comida altamente procesada entre mujeres que padecen inseguridad alimentaria es síntoma de un importante problema de justicia social.