Ciudad de México,
Jorge Cerino
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Los embarazos adolescentes son una preocupación de salud pública por las consecuencias negativas para la salud de las madres, entre otros motivos igualmente importantes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) publica que aproximadamente 12 millones de niñas de entre 15 y 19 años, y al menos 777 mil niñas menores de 15 años, dan a luz anualmente en las regiones en desarrollo. En este sentido, un nuevo estudio vuelve a resaltar la importancia de la educación sexual para enfrentar esta problemática. Publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, la investigación encontró un vínculo entre la educación sexual de financiamiento federal y la disminución de las tasas de embarazo adolescente en Estados Unidos.
Aunque los programas de educación sexual financiados con fondos federales estadounidenses comenzaron en 2010, la investigación abarcó 20 años de datos para evaluar su impacto en la reducción de los embarazos adolescentes. Estos programas federales otorgan fondos a nivel condado y brindan información más completa sobre sexo, anticoncepción y salud reproductiva en comparación con los programas centrados únicamente en abstinencia sexual. Las organizaciones que reciben dichos fondos para sus programas de educación sexual centran sus esfuerzos en diferentes grupos de jóvenes en riesgo.
Un comunicado de la Universidad de Nueva York señala que se conoce desde hace tiempo la ineficacia de los programas centrados únicamente en abstinencia para reducir los embarazos adolescentes. De acuerdo a los autores del estudio, su trabajo confirma el éxito de los programas de educación sexual de mayor alcance para reducir las tasas de embarazo adolescente. Concretamente, los investigadores compararon las tasas de natalidad de 55 condados previas y posteriores a los programas de educación sexual. Encontraron una reducción de un 1.5% en el primer año de financiamiento federal de estos programas. Para el quinto año, la reducción fue de un 7%, para una reducción promedio de más del 3% durante el período estudiado.
Reducir los embarazos adolescentes es prioridad para los gobiernos y organismos de salud por sus múltiples consecuencias negativas. Según la OMS las complicaciones del embarazo y el parto son la principal causa de muerte entre las niñas de 15 a 19 años en todo el mundo. También las madres de 10 a 19 años enfrentan mayores riesgos de eclampsia, endometritis puerperal e infecciones sistémicas que las mujeres de 20 a 24 años. Además, los bebés de madres menores de 20 años enfrentan mayor riesgo de bajo peso al nacer, parto prematuro y condiciones neonatales graves.
En el aspecto social, la OMS resalta la estigmatización de las madres adolescentes, el rechazo o la violencia de parte de sus parejas, padres y compañeros. Además, las niñas quienes se embarazan antes de los 18 años tienen más probabilidades de sufrir violencia dentro del matrimonio o pareja. Aunado a esto, existe una mayor probabilidad para ellas de abandono escolar, dificultando su educación futura y el acceso a mejores empleos.
La situación en México es particularmente preocupante, pues el país ocupa el primer lugar en embarazos adolescentes, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Un boletín de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) señala una tasa de fecundidad de 77 nacimientos por cada mil adolescentes de 15 a 19 años de edad.
Dada la evidencia del caso estadounidense de la efectividad de la educación sexual para disminuir los embarazos adolescentes, es imperativo actuar para un mayor acceso de los jóvenes a la educación sexual. De esta forma se evitarían a niñas y adolescentes muchas consecuencias negativas, incluso mortales, permitiéndoles así, el acceso a una mejor calidad de vida.