Ciudad de México,
Axel Olivares
Crédito foto: Sergio F Cara (NotiPress/Composición)
Aunque la estimulación de la medula espinal para aliviar el dolor suene algo propio de Frankenstein, lo cierto es que esta tecnología se usa hace décadas. En los últimos años la EME emergió como una opción prometedora a tal punto que la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) aprobó varios dispositivos para esta técnica tales como los aparatos que se usan para emitir señales eléctricas de bajo nivel con el fin de bloquear las señales del dolor antes de que lleguen al cerebro.
Sin bien la EME existe desde hace 40 años, explica a NotiPress el Dr. Sagar Chokshi, especialista en manejo del dolor en el Hospital Houston Methodist, en la última década los avances tecnológicos están brindando mejores opciones. "La EME también ofrece la ventaja de no requerir cirugía mayor ni el uso continuo de analgésicos", agrega.
La EME muestra efectividad tanto en los dolores provocados por cirugías de espalda fallida hasta el dolor asociado con la diabetes y la neuropatía. Aunque este tipo de estimulación no cura el problema en la columna vertebral, los suaves impulsos eléctricos interrumpen las señales de dolor antes de llegar al cerebro. Un pequeño dispositivo de baterías se implanta en la parte baja de la espalda y se conecta a unos cables finos colocados alrededor del saco de líquido alrededor de la médula espinal. Luego, se programan el tiempo y la intensidad de los impulsos, y los pacientes pueden ajustar estos impulsos con un control remoto para gestionar su dolor.
El dolor crónico es una realidad devastadora que puede afectar múltiples facetas de la vida de una persona, desde el bienestar emocional y mental hasta las relaciones personales, el trabajo, el sueño e incluso la estabilidad financiera. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 620 millones de personas en el mundo experimentan dolor lumbar, un problema particularmente común en personas de 65 años o más, a menudo debido a afecciones como la estenosis espinal y la osteoartritis.
Para muchos de estos pacientes, la EME representa una opción innovadora y efectiva. Aunque el Dr. Chokshi considera que no todos los pacientes son adecuados para este tratamiento, por lo que la selección cuidadosa de los candidatos es fundamental. Los pacientes con infecciones sistémicas crónicas, por ejemplo, no serían buenos candidatos para este procedimiento. Sin embargo, aquellos que enfrentaron cirugías fallidas, tienen intolerancia a los analgésicos opioides o requieren de un alivio más sostenido del dolor podrían beneficiarse de la EME.
Una de las ventajas de la EME es la posibilidad de realizar una prueba del tratamiento antes de tomar una decisión definitiva. Este procedimiento inicial, que el Dr. Chokshi lleva a cabo en su consultorio, consiste en la inserción temporal de electrodos a través de una aguja. Los pacientes pueden experimentar el alivio del dolor con impulsos eléctricos controlados externamente durante aproximadamente una semana, permitiéndoles evaluar si desean continuar con el dispositivo de manera permanente.
Según el Dr. Amir Faraji, neurocirujano en el mismo hospital, el proceso de implantación definitiva del estimulador de la médula espinal es mínimamente invasivo y suele completarse en una hora. En su experiencia, la demanda de la EME creció de manera acelerada, con múltiples ensayos clínicos en marcha para ampliar sus aplicaciones, como en el caso de la neuropatía diabética y en el tratamiento de pacientes con lesiones de la médula espinal y secuelas de accidentes cerebrovasculares.
Estos ensayos abren nuevas puertas en el tratamiento del dolor y la restauración de la movilidad, aportando esperanza a pacientes que, de otro modo, tendrían pocas alternativas. La EME, con sus aplicaciones en expansión, es una luz de esperanza para quienes buscan no solo alivio, sino también una mejor calidad de vida.