Foto: Pedro Basilio (NotiPress)
La cuarentena impuesta ante la crisis sanitaria de Covid-19 ha transformado cómo la gente se comunica. Las videoconferencias reemplazan ahora a las juntas, mientras muchos trabajan desde casa, así como otras actividades: clases, seminarios e incluso reuniones sociales. Sin embargo, esta forma de comunicarse tiene también sus problemas y efectos negativos que la gente ha comenzado a identificar como "fatiga por Zoom" (zoom fatigue), en referencia a la popular aplicación de videollamadas.
Esta "fatiga por Zoom" puede explicarse como el resultado de un conjunto de efectos negativos relacionados con las videoconferencias, principalmente porque durante una videocharla se invierte más energía en procesar señales no verbales –tales como expresiones del rostro, la entonación y el lenguaje corporal–, en comparación a una conversación frente a frente, de acuerdo a Gianpiero Petriglieri, profesor asociado de la escuela de negocios INSEAD.
Las videollamadas grupales, según un estudio, requieren de un nivel de multitarea que el cerebro no suele conseguir. Estas por lo general son poco colaborativas y se limitan a dos personas conversando a la vez mientras los demás únicamente escuchan y tratan de permanecer atentos a los múltiples estímulos. Por esta razón, algunas personas pueden fatigarse y tener la sensación de no haber conseguido nada con esta actividad.
Además, en 2014, un grupo de científicos alemanes encontraron que retrasos de más de 1.2 segundos, como suelen ocurrir en las videoconferencias debido a limitaciones tecnológicas, provocan que se perciba al interlocutor como menos amigable o menos interesado en la conversación.
Según otros estudios, algunos psicólogos han reportado haber "perdido conexión" con sus pacientes a quienes deben atender por videollamada, y traductores de las Organización de las Naciones Unidas (ONU) o de la Unión Europea han expresado haberse sentido alienados cuando deben hacer sus labores de manera remota. En el caso de estudiantes, se ha encontrado, estos muestran un grado mayor de estrés al rendir exámenes orales y se ha descubierto que el verse a uno mismo en la pantalla es una fuente de estrés que hace a las personas sentirse más conscientes de sí mismas.
Durante este periodo de aislamiento, nos enfrentamos a un aumento en los niveles de estrés, ansiedad y depresión. Por esto, los especialistas recomiendan hacer un horario planificado con el fin de dedicar tiempo a la familia, al hogar o simplemente a otro tipo de información no relacionada con la pandemia de Covid-19.
En particular para combatir la "fatiga por Zoom" durante la cuarentena, las investigaciones sugieren evitar realizar más de una tarea a la vez; tomar pequeños descansos durante las llamadas largas, o entre conferencias; el uso de fondos simples durante las videollamadas para evitar la sobreestimulación visual o incluso acordar apagar las cámaras de los participantes. Igualmente, señalan la posibilidad de optar por llamadas telefónicas o emails cuando sea posible.
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