Ciudad de México,
Axel Olivares
Crédito foto: Sergio F Cara (NotiPress)
Los impuestos a las bebidas azucaradas, implementados hace una década en Berkeley, California, están logrando más que reducir las ventas de refrescos y jugos. Según un estudio reciente de la Universidad de California en Berkeley, publicado en BMC Public Health, estas políticas también provocaron un cambio significativo en las normas sociales, afectando la forma en cómo las personas perciben la salubridad de estas bebidas y su aceptación en la vida cotidiana.
El estudio, liderado por Kristine A. Madsen, profesora de la Escuela de Salud Pública de UC Berkeley, encontró una disminución del 28% en la aceptación social del consumo de bebidas azucaradas en los últimos años. Este cambio se debe en parte a los impuestos aplicados en Berkeley y otras ciudades del Área de la Bahía, como Oakland, San Francisco y Richmond, así como a la amplia cobertura mediática que rodeó estas iniciativas.
"Las normas sociales son muy poderosas", comentó Madsen. "El cambio significativo que hemos visto en la forma en que la gente piensa sobre las bebidas azucaradas demuestra qué más podríamos hacer", aseguró.
Basándose en encuestas realizadas entre 2016 y 2021 a 9,128 personas de barrios de bajos ingresos, los investigadores analizaron cómo los impuestos influyeron en las percepciones sociales y actitudes hacia las bebidas azucaradas:
Su impacto no se limitó solo al consumo individual, Madsen explicó que la cobertura mediática, con más de 700 artículos relacionados con los impuestos en el período del estudio, jugó un papel fundamental en la concienciación pública. El impacto de la cobertura a los impuestos a las bebidas azucaradas se asemeja al éxito de las políticas contra el tabaquismo implementadas en décadas anteriores. Estas medidas no solo redujeron el consumo de cigarrillos, sino que también transformaron las normas sociales, haciéndolo menos aceptable.
En este sentido, los hallazgos de Madsen ofrecen un modelo para futuras iniciativas de salud pública. Las políticas fiscales, combinadas con campañas educativas y mediáticas, tienen el potencial de cambiar conductas y reducir riesgos para la salud a largo plazo.
La investigación destaca que el impuesto de un centavo por onza, aplicado a los distribuidores y trasladado a los consumidores, fue efectivo tanto en términos económicos como sociales. Sin embargo, el cambio en las normas sociales es un proceso continuo.
"Si cambiamos nuestros comportamientos, el medio ambiente también lo hará", afirmó Madsen. Además, indicó que, "si bien las políticas son muy importantes, nosotros, como individuos, tenemos que abogar por un sistema alimentario más saludable".
Este modelo podría extenderse a otras áreas, fomentando un enfoque más integral para abordar problemas de salud pública. Para eso, se implementarían las mismas herramientas: la regulación, la educación y el cambio de percepción social.