Ciudad de México,
Ali Figueroa
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La motivación por aprender y vivir nuevas experiencias es un tema que preocupa a científicos y organizaciones de salud en todo el mundo, sobre todo por su relación con temas de salud mental y autocuidado, donde el estrés crónico y la ansiedad figuran como los factores de riesgo predominantes. Ante dicha preocupación, especialistas del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) han descubierto que la motivación para aprender y estudiar disminuye con la edad.
Esta investigación realizada por el MIT, a cargo de Ann Graybiel, miembro del Instituto de Investigación del Cerebro MCGovern, Washington, y Alexander Friedman, profesor de la Universidad de El Paso, Texas, determinó que las afectaciones derivadas del envejecimiento y estrés degradan el mecanismo del cerebro encargado de sentir entusiasmo por aprender, estudiar, y experimentar nuevas vivencias.
Los neurocientíficos responsables del estudio llevaron a cabo una observación de varios ratones de laboratorio, con los cuales se modelaron sistemas de respuestas a partir de su comportamiento y circuitos cerebrales. Estos circuitos cerebrales, denominados cuerpo estriado, responsables del mecanismo que regula el entusiasmo para aprender, corresponden a la zona de los núcleos basales, localizados en la base del cerebro, mismos que se encargan del funcionamiento involucrado en las emociones, movimientos voluntarios, y adicciones.
Según los especialistas del MIT, los núcleos basales son fundamentales en la toma de decisiones, ya que sirven para evaluar costos y beneficios. El cuerpo estriado se degrada de manera natural con el paso del tiempo, sin embargo, su degeneración es mayor cuando hay una exposición constante a situaciones de estrés y ansiedad, mismos que pueden venir de condiciones cerebrales preexistentes, en tanto el proceso para evaluar costos y beneficios resulta perjudicado, o a través de las situaciones de estrés cotidianas.
A partir de la activación del cuerpo estriado con fármacos y estímulos adecuados, como refuerzos positivos de recompensa, los ratones de 13 a 21 meses de edad, con una degradación importante de estas funciones, comenzaron a emprender una mayor cantidad de actividades con sistemas de recompensa y aprendizaje, indicaron los resultados del estudio.
Por su parte, investigaciones sobre química cerebral y función de neurotransmisores se han relacionado con los mecanismos detrás de la motivación y toma de decisiones, según indicaron especialistas de la organización de estudios sobre el cerebro Knowing Neurons (Conociendo Neuronas). Tal es el caso de la dopamina, neurotransmisor producido en el cerebro de animales, tanto vertebrados como invertebrados, que beneficia el tránsito entre células del sistema nervioso, y cuyos efectos en el aprendizaje, motivación, patrones de sueño, procesamiento de dolor y placer, entre otros, han sido ampliamente estudiados desde su descubrimiento por el doctor James Olds.
El equipo de MIT, junto con otras organizaciones e institutos, se han enfocado en los efectos negativos que resultan de un conflicto en la toma de decisiones con respecto al cuerpo estriado, donde resaltan la ansiedad y estrés crónico como participantes más importantes en los conflictos de esta zona cerebral. Por este motivo, es fundamental que las personas practiquen las medidas adecuadas de autocuidado, con objeto de mitigar los daños a largo plazo y no perder la motivación de aprender y vivir nuevas experiencias, sobre todo por el ritmo de vida laboral y el estrés crónico elevado en la sociedad, como indicó la Organización Mundial de la Salud (OMS).