Ciudad de México,
Axel Olivares
Crédito foto: Gustavo Torres (NotiPress)
Un nuevo estudio de la Universidad de Penn State encontró que los padres que atravesaron circunstancias difíciles durante su infancia, como pobreza o entornos familiares conflictivos, aportan menos apoyo financiero a la educación universitaria de sus hijos, en comparación con aquellos que tuvieron una niñez con pocas o ninguna desventaja. La investigación, dirigida por Kent Cheng, investigador postdoctoral del Centro para el Envejecimiento Saludable de Penn State, fue publicada en el Journal of Marriage and Family.
Cheng explicó que, independientemente del estatus socioeconómico actual, los padres que enfrentaron mayores desventajas en su niñez dieron, en promedio, 2.200 dólares menos para cubrir gastos educativos de sus hijos, en comparación con quienes crecieron en mejores condiciones. Este resultado resalta cómo las desigualdades pueden perpetuarse de una generación a otra.
El estudio utilizó datos del Panel Study of Income Dynamics (PSID), una encuesta longitudinal nacional que comenzó en 1968 y recopila información sobre empleo, ingresos y otros aspectos relevantes. Cheng cruzó estos datos con información del estudio retrospectivo de circunstancias de la infancia del PSID, realizado en 2014, que analiza factores económicos, psicosociales y de salud durante la niñez de los participantes.
Para medir el impacto, Cheng construyó una escala basada en 13 factores de desventaja infantil. Los resultados mostraron que los padres con cuatro o más desventajas durante su niñez aportaron en promedio 4.600 dólares al costo de la universidad de sus hijos, mientras que aquellos sin desventajas contribuyeron 6.800 dólares. Al comparar estos datos con el costo promedio de la educación superior en 2013, los padres con desventajas pudieron cubrir el 23% del costo anual de la universidad, frente al 34% de los padres sin desventajas.
Además, los hallazgos se mantuvieron incluso al controlar el nivel socioeconómico actual de los padres. "Este resultado en particular muestra que la infancia realmente deja una marca indeleble en la capacidad de una persona para proporcionar dinero a sus hijos más adelante en la vida, incluso si finalmente logra tener éxito en la mediana edad", afirmó Cheng.
Los investigadores subrayaron la creciente importancia de comprender cómo las experiencias adversas pueden limitar la movilidad educativa de las siguientes generaciones, en un contexto donde los costos universitarios son cada vez más elevados. Cheng destacó que el apoyo financiero de los padres puede marcar una diferencia significativa. "Si tus padres pueden darte algo de dinero para que no tengas que pedir préstamos para la universidad, estás en ventaja", señaló.
Esta investigación, financiada por el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento, abre nuevas perspectivas sobre la relación entre las experiencias familiares, el éxito educativo y las desigualdades sociales. Pero, principalmente, el estudio revela cómo estas desigualdades pueden transmitirse de generación en generación.