Ciudad de México ,
Carlos Ortíz
Crédito foto: Axel Olivares (Composición/NotiPress)
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) en adultos sigue siendo una condición frecuentemente no diagnosticada, pese a su impacto directo en el desempeño laboral, las relaciones personales y el bienestar emocional. Aunque los síntomas comienzan en la infancia, en muchos casos no se identifican sino hasta la edad adulta, cuando se manifiestan como dificultades para concentrarse, mantener el orden, cumplir responsabilidades o gestionar emociones.
De acuerdo con Alexander Doan, médico de atención primaria en el Hospital Houston Methodist, muchas personas con síntomas de TDAH tienden a pensar que se trata de fallas personales que deberían poder controlar. Sin embargo, el TDAH está relacionado con alteraciones en la forma en que el cerebro transmite información sobre funciones ejecutivas como la organización, priorización y control de impulsos.
A diferencia de la percepción común, el TDAH en adultos no se limita a la hiperactividad. De hecho, esta suele reducirse con la edad, mientras que persisten la impulsividad, la inquietud y la desatención. La Mayo Clinic advierte que estos síntomas pueden ocasionar olvidos frecuentes, cambios de humor, problemas para establecer prioridades, y en muchos casos, dificultades para completar tareas o mantener el foco.
Uno de los desafíos más importantes para el diagnóstico es que los síntomas pueden confundirse con otras condiciones como ansiedad, depresión o trastornos del estado de ánimo. Asimismo, muchas personas con TDAH desarrollan estrategias compensatorias, en especial las mujeres, lo que puede enmascarar la sintomatología y retrasar el acceso a un tratamiento adecuado.
Los síntomas del TDAH en adultos incluyen impulsividad, desorganización, escasa tolerancia al estrés, dilación y dificultades para gestionar el tiempo. Estas características no solo afectan el ámbito laboral, sino que pueden derivar en baja autoestima, conflictos personales, problemas financieros e incluso riesgo de accidentes.
El diagnóstico de un rasgo común del TDAH es clínico, basado en la evaluación de síntomas persistentes desde la infancia. Herramientas como la Escala de autoinforme de TDAH para adultos permiten valorar si las dificultades actuales cumplen con los criterios diagnósticos y descartar otras causas. La clave, según el Dr. Doan, está en identificar si los síntomas alteran varias áreas de la vida de manera continua.
Las causas del TDAH no están completamente definidas, aunque se reconoce una fuerte carga genética. Factores como la exposición a toxinas durante la infancia, el consumo de sustancias en el embarazo, o complicaciones neurológicas en etapas tempranas también pueden aumentar el riesgo.
El tratamiento combina medicación, psicoterapia y el abordaje de trastornos coexistentes. Existen opciones farmacológicas no estimulantes como Strattera o Wellbutrin, útiles para quienes desean evitar efectos secundarios. También se emplea terapia cognitivo-conductual (TCC), enfocada en el desarrollo de habilidades para manejar síntomas y mejorar la organización personal.
Según estimaciones internacionales, alrededor del 6% de la población adulta podría vivir con TDAH, aunque muchas personas no reciben diagnóstico. Reconocer la condición es un primer paso para mejorar significativamente la calidad de vida. "No hay razón para ocultarlo", señala el Dr. Doan. "Buscar apoyo puede marcar una diferencia profunda en el día a día de quienes lo padecen".