Ciudad de México,
Martín Olivera
Crédito foto: Gustavo Torres (NotiPress)
Una investigación reciente dirigida por la Universidad Griffith sugiere que un aumento en los niveles de actividad física podría añadir años a la vida de las personas mayores de 40 años. El estudio, basado en datos precisos obtenidos mediante acelerometría, reveló que el 25% más activo de la población tiene un riesgo de muerte 73% menor en comparación con el cuartil menos activo. Una hora de caminata diaria podría traducirse en aproximadamente seis horas adicionales de vida para quienes llevan un estilo de vida sedentario.
Lennert Veerman, el profesor a cargo del estudio, destacó el gran potencial de mejora para el grupo menos activo. "Si el cuartil menos activo aumentara su actividad al nivel del cuartil más activo, podría vivir, en promedio, unos 11 años más", afirmó. Sin embargo, Veerman señaló que los beneficios adicionales disminuyen para quienes ya son altamente activos, debido a su tendencia a maximizar los efectos positivos del ejercicio.
Hubo un dato sorprendente revelado por el estudio: los efectos de la actividad física en la salud podrían rivalizar con el impacto del tabaquismo. Según investigaciones previas, cada cigarrillo reduce aproximadamente 11 minutos de vida, mientras el ejercicio regular puede añadir horas, equilibrando este daño potencial.
Además de la longevidad, la actividad física podría proteger contra diversas enfermedades crónicas, incluidas las cardíacas, los accidentes cerebrovasculares y ciertos tipos de cáncer. Los hallazgos destacan que incluso mínimos incrementos en la actividad física pueden generar importantes beneficios para la salud, especialmente en comunidades con bajos niveles de movimiento.
El equipo de investigación sugirió que el impacto positivo del ejercicio no solo mejora la calidad de vida, también alivia la presión sobre los sistemas de salud y contribuye al bienestar ambiental. Según Veerman, es fundamental rediseñar los entornos urbanos para fomentar la actividad física. "Si pudiéramos aumentar la inversión en la promoción de la actividad física y crear entornos de vida que lo promuevan, no solo podríamos aumentar la longevidad, sino también reducir la presión sobre nuestros sistemas de salud y el medio ambiente", afirmó.
También, los investigadores señalaron que los resultados del estudio deberían impulsar una revisión de las pautas nacionales de actividad física. Las recomendaciones actuales, según el equipo, subestiman el impacto real del movimiento diario en la salud y la longevidad. Promover hábitos simples como caminar, andar en bicicleta o participar en actividades recreativas podría ser una solución efectiva para combatir los riesgos asociados con el sedentarismo.
Los resultados también resaltan una disparidad en los beneficios según el nivel de actividad física de las personas. Los individuos menos activos tienen un margen considerable para mejorar, y los muy activos experimentan beneficios marginales al aumentar su actividad. Sin embargo, esto no resta importancia al papel crucial del ejercicio en la prevención de enfermedades y el aumento de la esperanza de vida.
Con estos datos, los expertos invitan a reflexionar sobre las oportunidades ofrecidas por un cambio en los hábitos diarios. Desde simples caminatas hasta políticas públicas que promuevan barrios caminables y un transporte público eficiente, las soluciones pueden estar al alcance de todos.