Foto: Cortesía del CONICET
Con más de una década, un ambicioso proyecto científico nacido en el CONICET dio origen a Keclon, una empresa de base tecnológica que hoy exporta tecnología en enzimas industriales a Europa y Brasil, y pronto llegará a Estados Unidos. Al frente de este emprendimiento está Hugo Menzella, un científico cuya visión combina el conocimiento académico con la aplicación práctica en la industria.
El camino hacia este éxito comenzó décadas atrás, cuando Menzella, entonces un joven bioquímico, trabajó en el desarrollo de la primera enzima para la industria alimenticia en Sudamérica. Inspirado por el proceso natural que ocurre en el estómago de los terneros, logró sintetizar la enzima necesaria para la producción de queso utilizando bacterias genéticamente modificadas. "Era como viajar con un lavarropas a la Luna", comentó al recordar la complejidad del proceso. Este avance marcó un antes y un después en su carrera, permitiéndole trasladar esta tecnología a la industria sin necesidad de recurrir a animales.
Posteriormente, emigró a Estados Unidos, donde se sumergió en el emergente campo de la biología sintética. Allí, aprendió a diseñar enzimas las cuales no existen en la naturaleza, utilizando bacterias modificadas genéticamente. Su primera enzima sintética, Renomé, fue diseñada con el objetivo de mejorar una droga anticancerígena. Sin embargo, el científico añoraba su país y decidió regresar en 2010, con el objetivo de aplicar sus conocimientos en problemas industriales argentinos.
De regreso en el país, lideró un proyecto para desarrollar enzimas aplicables a la producción de biocombustibles, un sector en auge en ese momento. Si bien el equipo logró resultados rápidamente, los cambios en la legislación redujeron la competitividad del sector. "Fue una lección dura. Ahí descubrí que los problemas que resuelvas como científico tienen que ser genuinos y no un problema que dependa de la firma de un funcionario", reflexionó. Este revés los llevó a reenfocar sus esfuerzos hacia la refinación de aceite, un problema el cual resolvieron con éxito y estableció una alianza estratégica con Molinos Agro, empresa que se convirtió en accionista de Keclon.
Hoy, Keclon es un ejemplo destacado de transferencia científica por consecuencia de sus enzimas las cuales tienen aplicaciones en industrias diversas como la alimenticia, cosmética, biomédica y aceitera. Estas innovaciones permiten procesos más eficientes y sostenibles, generando beneficios tanto económicos como ambientales. Según Menzella, el modelo de Keclon puede replicarse en otros institutos científicos. "Lo que hicimos nosotros se puede hacer en todos los institutos", asegura el científico. Agregó, "solo es necesario meterse en problemas". "Esto no significa que no haya investigadores que sigan haciendo ciencia básica y descubran cosas, sin ellos no existiríamos. Pero también estamos los que diseñamos productos y nos ubicamos en la frontera entre el conocimiento y el beneficio de la sociedad", ejemplificó.
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