Ciudad de Buenos Aires,
Martín Olivera
Crédito foto: Ariadna Armas (NotiPress)
El Laboratorio de Tecnologías Apropiadas (LabTA), dirigido por Guillermo Catuogno del CONICET, desarrolla proyectos que llevan electricidad y agua potable a comunidades rurales en Argentina. Estas iniciativas combinan tecnologías sostenibles con la capacitación de estudiantes secundarios, logrando un impacto directo en la educación, salud y productividad de estas localidades.
Desde su creación, el laboratorio concretó 25 proyectos que beneficiaron a comunidades en San Luis, Chaco y la Patagonia. "Estamos convencidos que la comunidad científica puede cumplir un rol más que importante a través de políticas de responsabilidad social asumiendo un liderazgo comprometido", explicó Catuogno, quien lidera LabTA desde la Facultad de Ingeniería y Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL).
Su modelo de trabajo está basado en el desarrollo de tecnologías apropiadas, que destacan por ser de bajo costo y fácil mantenimiento. Estas tecnologías incluyen microrredes eléctricas aisladas que funcionan con energías renovables y se adaptan a diversas aplicaciones. "Estas microrredes al ser aisladas, pueden tener diferentes aplicaciones como ser en un paraje rural, un avión-drone, un vehículo eléctrico o en un sistema ininterrumpido para pacientes electro dependientes", indicó Catuogno.
También fomenta la participación estudiantil mediante capacitaciones que alcanzaron a más de 3.000 alumnos de escuelas secundarias. Estos jóvenes actúan como agentes multiplicadores, ayudando a transferir tecnologías sostenibles a comunidades cercanas y contribuyendo al mantenimiento de los proyectos implementados.
Por su parte, el "Modelo LabTA" articula cuatro pilares fundamentales: desarrollar tecnologías sostenibles, capacitar a estudiantes, transferir conocimientos a las comunidades y garantizar la sostenibilidad de las soluciones implementadas. Este enfoque fue presentado en congresos científicos y publicado en 2023 en la revista internacional IEEE Electrification Magazine.
Consiguió transformar la vida de comunidades rurales al brindar acceso a servicios esenciales como electricidad y agua potable. En San Luis, la escuela rural María Florentino Carreño logró tener electricidad e internet las 24 horas gracias a la instalación de un sistema eólico-solar. Antes de este proyecto, la escuela solo disponía de un generador que funcionaba por pocas horas al día. "Fue algo que nos cambió al 100 por ciento porque ahora tenemos energía eléctrica todo el tiempo", expresó Johana Muñoz, docente de la escuela.
En la Patagonia, en colaboración con el INTA Esquel y la ONG 500RPM, LabTA instaló sistemas de riego por goteo alimentados con energía solar y eólica. Este proyecto benefició a huertas comunitarias de 5.000 plantines, generando ingresos superiores a los de la producción tradicional de lana de oveja.
Junto a la ONG Monte Adentro instalaron en el Impenetrable, Chaco, unos sistemas fotovoltaicos aislados que proveen electricidad y agua a 36 familias de siete parajes rurales. Estas instalaciones abastecen a 15 bombas de agua comunitarias y a cisternas con capacidad para 52.000 litros, garantizando acceso a agua potable y riego para huertas y cría de animales.
Por sus contribuciones a la mejora de la calidad de vida en comunidades rurales, Guillermo Catuogno fue nominado al premio "Abanderado del año" 2024. Este reconocimiento, organizado por la Fundación Noble y Grupo Clarín, destaca a personas comprometidas con la solidaridad y el impacto social. "El mayor reconocimiento y la mayor satisfacción que sentimos como investigadores es cuando vemos que por nuestro trabajo una familia prende la luz o abre una canilla y sale agua, la verdad que eso no tiene precio", expresó Catuogno.