Foto: Joel González - Presidencia de Colombia
En una reciente y explosiva publicación en X, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, lanzó una serie de acusaciones que han generado un revuelo en la esfera política nacional e internacional. Petro señaló a ciertos grupos simpatizantes del expresidente Álvaro Uribe, tildándolos de neonazis y acusándolos de conspirar para destruir su gobierno. Este tipo de declaraciones no es nuevo en el discurso de Petro, quien ha usado anteriormente la palabra "nazi" para describir la situación política global y su percepción del gobierno de Estados Unidos.
Petro, con su conocida vehemencia, afirmó en X: "A partir de estas tecnologías, grupos neonazis que se dicen uribistas buscan la destrucción del gobierno nacional; algunos políticos les hacen caso". Según el mandatario, estos grupos difunden dos ideas falsas: que su gobierno pretende destruir el país y que espían a los opositores, algo que Petro niega categóricamente.
"Nosotros somos demócratas y no vigilamos a nadie", declaró, subrayando que en la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI) no hay equipos de interceptación, sino solo un escáner de ondas radiales sin capacidad de espionaje.
Las acusaciones de Petro son parte de un discurso más amplio y polémico que ha mantenido sobre el nazismo. En un evento en la Casa de Nariño, mientras era condecorado por un enviado del Estado de Palestina, Petro afirmó que los nazis están resurgiendo en el mundo, llegando incluso a influir en el gobierno de Estados Unidos.
Los nazis están en el poder, ascienden a través del capital financiero", declaró, sugiriendo que el gobierno estadounidense, pese a su fachada progresista, sigue una agenda similar a la de los nazis.
Estas afirmaciones han encendido un debate feroz. Mientras algunos ven en las palabras de Petro una denuncia valiente contra fuerzas extremistas y autoritarias, otros las consideran exageraciones peligrosas que polarizan aún más a la sociedad colombiana.
Los señalamientos contra los uribistas como "neonazis" son particularmente incendiarios. El uribismo, movimiento político asociado al expresidente Álvaro Uribe Vélez, ha sido una fuerza dominante en la política colombiana durante décadas. Las acusaciones de Petro son vistas por muchos como una estrategia para deslegitimar a sus opositores, pintándolos con un brochazo de extremismo.
En su publicación en X, Petro instó a la oposición a no caer en "trampas" organizadas por grupos que buscan dividir a la sociedad a través del odio. "Queremos una democracia profunda", aseguró, prometiendo que cualquier funcionario quien se enriquezca ilícitamente o viole principios democráticos será removido de su gobierno. Sin embargo, sus detractores argumentan, estas declaraciones son un intento de desviar la atención de los problemas internos y de la gestión de su gobierno.
La respuesta de la comunidad internacional, particularmente de Estados Unidos, aún está por verse. Las afirmaciones de que el gobierno estadounidense está controlado por "nazis" seguramente no serán bien recibidas en Washington. La embajada de Estados Unidos en Colombia no ha emitido aún una declaración oficial.
El término "nazi" está cargado con un peso histórico inmenso, por ello, su uso debe ser manejado con extremo cuidado. Las declaraciones de Petro, aunque pueden ser vistas como una advertencia sobre el resurgimiento de ideologías extremistas, también pueden ser interpretadas como una retórica inflamatoria que corre el riesgo de trivializar los horrores del pasado para obtener ventajas políticas contemporáneas.
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