Foto: Gustavo Torres (NotiPress)
Cuando una persona se ve envuelta en problemas financieros y, además, la inflación consume periódicamente la cartera, las personas con estos problemas deben planificar estrategias para sobrellevar la situación. Sin embargo, este no es un asunto nuevo y las personas siempre encuentran una alternativa que les permita salir a flote.
Un caso ejemplar se dio en el siglo XVII, cuando los funcionarios de Durham, Inglaterra, encontraron una fórmula para las tarifas, la cual los inquilinos aceptaron después de una fuerte tensión con la catedral, esta dado el aumento periódico sobre el precio de las tierras arrendadas. Si los agricultores arrendatarios pagaban una tarifa equivalente al valor neto de la tierra durante un año, obtenían un arrendamiento por siete años. Una tarifa equivalente a 7,75 años de valor neto otorgaba un contrato de arrendamiento de 21 años.
Esta fue una forma de descuento la cual, con el tiempo, se fue aplicando en toda Inglaterra. Sin embargo, esto fue algo inédito para ese momento, aunque el contexto empujaba a sostener formas para combatir la inflación. "Algunos terratenientes individuales podrían ser despiadadamente económicos, pero la iglesia no, porque está en medio de una increíble agitación política y religiosa después de la Reforma", afirma el historiador del MIT, William Deringer.
"La Iglesia de Inglaterra se encuentra en esta situación precaria. Están caminando en una línea entre los católicos que no creen que debería haber habido una Reforma y los puritanos que no creen que debería haber obispos. Si se percibe que están dañando a su rebaño, eso tendría consecuencias reales. La iglesia está tratando de hacer que las finanzas funcionen, pero de una manera que apenas es tolerable para los inquilinos", dice Deringer.
Así, descontar con más cuidado a través de los libros de tablas de descuento calibraba las tarifas iniciales que los inquilinos pagarían periódicamente. Deringer afirma, "las estrictas reglas de cálculo aseguraron a los inquilinos y a los tribunales que las multas eran razonables, lo que limitaba la capacidad de los propietarios para maximizar los ingresos".
Remontándonos al presente, la iglesia pasó a ser el Gobierno y las alternativas se tornaron muchas veces hacia la decisión del propio individuo. Por tal motivo, el ahorrista debe recortar diferentes gastos en su vida cotidiana que, a la larga, pueden aumentar su capital y permitirle sostener su economía en épocas de crisis.
Para conseguir esta administración económica, el instituto Mises ofrece una serie de recomendaciones tales como: aumentar horas de trabajo, trabajar uno mismo en tareas cotidianas en vez de contratar a alguien para que lo haga, alquilar un espacio o compartir los gastos del apartamento con un amigo o familiar de confianza, eliminar consumos excesivos como el alcohol, el tabaco y otros bienes con impuestos elevados o disminuir el consumo de comida rápida, entre otros consejos.
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