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Con datos de Petróleos Mexicanos (Pemex), la producción de crudo ha caído de 3.4 millones de barriles diarios en 2004 a 1.7 millones en mayo de 2019. La fracturación hidráulica, conocida por sus términos en inglés como fracking, representa una gran oportunidad para aumentar de manera sostenida la producción de petróleo en México durante los próximos años.
Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), de 2025-2040, México podría producir en yacimientos no convencionales más de 400,000 barriles diarios de petróleo y 1,400 millones de pies cúbicos de gas, equivalente al 30% de la producción actual. En el mismo sentido, el Consejo Coordinador Empresarial ha señalado en diversas oportunidades que no implementar el fracking es una mala idea.
Para lograr esta meta de producción a largo plazo y detonar el potencial petrolero del norte del país, es fundamental desarrollar yacimientos de aguas profundas, que requieren de inversiones de empresas extranjeras con tecnología y técnicas de fracking.
Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y representantes de la bancada de Morena, como el senador Martí Batres y la senadora Antares Guadalupe Vázquez Alatorre pretenden prohibir el fracking sin tomar en cuenta que el primer perjudicado si se prohíbe la fracturación hidráulica es Pemex.
El mandatario ha reiterado que no se utilizaría dicha técnica, por probables daños ambientales, pero dichos impactos se podrían evitar y prevenir con una regulación estricta y un perfeccionamiento de la práctica.
Welligence Energy Analytics, grupo de analistas enfocados en el sector petrolero de América Latina, analizó el impacto de la propuesta y concluye que, de aprobarse, se arriesgaría la producción actual de hidrocarburos y se impediría el desarrollo de yacimientos no convencionales poniendo en riesgo las metas del plan de negocios de Pemex, los ingresos fiscales del gobierno y el desarrollo económico del país, así como una probable perdida de inversión y 20 mil empleos en el largo plazo.
Pemex es una de las mayores empresas productivas del Estado mexicano, pero en recientes años ha sido la empresa petrolera más endeudada del mundo y corre el riesgo de perder el grado de inversión si no mejora su situación. Actualmente Pemex cuenta con alianzas con empresas internacionales como Lewis Energy, para un gran proyecto de fracking en Coahuila, con un contrato de 600 millones de dólares (mdd).
De cancelarse los proyectos que impliquen la fracturación hidráulica, también se cancelarían los proyectos implicando costos no productivos en las cancelaciones; parece ser la mejor opción para la petrolera más endeudada del mundo, con pasivos de 106 mil millones de dólares.
Los mayores potenciales de producción de petróleo y gas en México están en el norte del país y solo pueden explotarse mediante la técnica de fracking.
Permitir el uso responsable de la técnica de fracking, maximizaría el potencial petrolero de México, como lo han hecho otros países como Estados Unidos y Argentina.
López Obrador ha prometido la soberanía energética como uno de los principales objetivos de la administración y decir no al fracking es contrario a esa meta.
Aumentar la producción de petróleo requiere mejorar la eficacia y productividad. La negativa a desarrollar campos de fractura hidráulica es uno de los principales obstáculos para Pemex.
De acuerdo al Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), la propuesta de no prohibir ninguna tecnología, documentar las experiencias y analizar la regulación de regiones donde la técnica de fracking ha prosperado, sería un camino viable, además de delinear posibles alternativas para mitigar y eliminar los riesgos inherentes.
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