Pobreza y los retos de una transición verde con impacto social

 18-07-2024
Noelia Acuña
   
Portada | Economía
Foto: Sergio F Cara (NotiPress/Composición)

Foto: Sergio F Cara (NotiPress/Composición)

En el panorama mundial actual, la transición hacia prácticas más sostenibles impulsa desafíos significativos en los ámbitos económico y social. Sin embargo, las diferentes naciones deberán abordar retos y estrategias para asegurar una transformación equitativa y eficiente.

Actualmente, solo cinco de los 58 indicadores potenciales para rastrear los riesgos de equidad económica de la transición verde se recopilan y se publican globalmente de manera sistemática. El informe "Acelerar una transición equitativa: un enfoque basado en datos", elaborado en colaboración con Boston Consulting Group (BCG), concluye que, aunque las economías globales están comprometidas con una transición justa, la falta de datos y herramientas políticas es una barrera importante para la acción efectiva.

Por ello, para comprender los datos, el informe propone seis arquetipos de países, destacando sus diferentes puntos de partida y desafíos en la transición equitativa. Estos arquetipos incluyen a los adoptadores verdes inclusivos, como el Reino Unido, que avanzan significativamente en la reducción de emisiones mientras garantizan la equidad económica. Sin embargo, enfrentan desafíos como la erosión de la competitividad y el envejecimiento de la fuerza laboral.

Los nuevos adoptantes verdes, como Uruguay, muestran un compromiso fuerte con la neutralidad de carbono para 2050 y una transición energética que logró un 98% de generación eléctrica a partir de fuentes renovables. No obstante, el país todavía depende en gran medida de los combustibles fósiles para su suministro total de energía.

Sin embargo, Uruguay implementó el Fondo Sectorial del Hidrógeno Verde para acelerar la transición energética, proyectando la creación de 30 mil empleos para 2040. En contraposición, en economías dependientes de combustibles fósiles, como Omán, la transición verde implica una reestructuración económica importante.

Omán trabaja en la diversificación de su economía a través de su Visión 2040, y pretende reducir la dependencia del petróleo y el gas, que actualmente representan entre el 70% y el 85% de los ingresos gubernamentales. La promoción del hidrógeno verde es una estrategia clave en su plan para alcanzar la neutralidad de carbono para el 2050.

De la misma manera, economías en crecimiento, como Malasia, se enfrentan con el desafío de equilibrar la mitigación del cambio climático con el desarrollo socioeconómico. Malasia se comprometió a reducir un 45% sus emisiones para 2030 e introdujo subsidios específicos para apoyar a los grupos de menores ingresos frente a las presiones de costos. Sin embargo, las energías renovables aún representan solo el 4% de la matriz energética.

Además, países de bajos ingresos como Kenia, deben invertir en un crecimiento sostenible mientras gestionan los impactos del cambio climático. Kenia genera más del 90% de su electricidad a partir de fuentes renovables, pero el acceso a la energía sigue siendo un desafío. Además, el país es vulnerable a los efectos del cambio climático, que impactan negativamente sectores clave como la agricultura y el turismo.

Finalmente, desarrolladores ecológicos, como Corea del Sur, lideran el desarrollo de tecnologías verdes pero deben gestionar la transición de una fuerza laboral numerosa y envejecida hacia industrias más limpias. Asimismo, fijó su objetivo en reducir las emisiones en un 40% para 2030, aunque aún se enfrenta a desafíos en términos de equidad social y económica.




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