Cambio climático afecta a 400 millones de estudiantes desde 2022, revela Banco Mundial

 04-09-2024
Francisco Vicario
   
Portada | Internacional
Foto: Sergio F Cara (NotiPress/Composición)

Foto: Sergio F Cara (NotiPress/Composición)

Un nuevo informe del Banco Mundial reveló que desde 2022, alrededor de 400 millones de estudiantes en todo el mundo sufrieron interrupciones en sus estudios debido a fenómenos meteorológicos extremos. El documento, titulado "Elegir nuestro futuro: la educación para la acción climática", examina cómo el cambio climático está afectando de manera desproporcionada a los sistemas educativos en países de bajos y medianos ingresos, al tiempo que propone soluciones para que la educación impulse la acción climática.

Según el informe, el impacto de la crisis climática se siente con mayor fuerza en los países de bajos ingresos, donde los estudiantes pierden en promedio 18 días de clases al año debido a desastres climáticos, en comparación con los 2.4 días que pierden en los países más ricos. Un niño de 10 años en 2024 vivirá tres veces más inundaciones, cinco veces más sequías y 36 veces más olas de calor que un niño de la misma edad en 1970. En Brasil, se estima que los estudiantes en las municipalidades más pobres podrían perder hasta medio año de aprendizaje solo por el aumento de las temperaturas.

Mamta Murthi, vicepresidenta del área de personas en el Banco Mundial, destacó la urgencia de la situación: "Los jóvenes están siendo impactados directamente por esta crisis y están ansiosos por actuar. Sin embargo, los sistemas educativos no están proporcionando la información, las habilidades y las oportunidades necesarias para enfrentar un mundo afectado por el clima". Este fenómeno, según Murthi, representa una oportunidad desaprovechada para utilizar la educación como herramienta para adaptarse y mitigar los efectos del cambio climático.

Financiamiento insuficiente

El informe también señala que la educación fue históricamente subestimada en el financiamiento climático, ya que solo el 1.5% de los fondos destinados a enfrentar el cambio climático se invierten en educación. No obstante, el Banco Mundial estima que con una inversión de 18.51 dólares por estudiante, las escuelas podrían implementar medidas de adaptación, como mejorar la infraestructura, controlar las temperaturas en las aulas y capacitar a los docentes.

Luis Benveniste, director global de educación en el Banco Mundial, señaló: "hay muchos pasos de bajo costo que los gobiernos pueden tomar para aprovechar la educación en la acción climática, mientras se adaptan los sistemas educativos al cambio climático". Estas medidas incluyen mejorar la infraestructura escolar y garantizar la continuidad del aprendizaje, además de empoderar a estudiantes y maestros como agentes de cambio positivo.

Por su parte, el informe revela un desajuste entre el interés de los jóvenes en los países de ingresos bajos y medios por actuar frente a la crisis climática y la falta de conocimientos para hacerlo. Aunque el 65% de los jóvenes creen que sus futuros dependen de desarrollar habilidades verdes, el 60% afirma que no recibió suficiente información sobre el cambio climático en la escuela. A través de la educación, la concienciación sobre el clima aumenta un 9% por cada año de escolarización, lo que refuerza la importancia de la enseñanza en la acción climática.

Desmitificando la educación verde

Una de las conclusiones clave del informe es la necesidad de corregir ideas erróneas sobre las habilidades verdes. En varios países, el 73% de los jóvenes cree que no es posible obtener un empleo verde sin estudios en ciencias, tecnología, ingeniería o matemáticas (STEM). Sin embargo, el informe desmiente esta idea, mostrando que la demanda de habilidades verdes se extiende a distintos niveles y sectores laborales, como en Filipinas, donde el 31% de los empleos verdes son de nivel medio.

Así, el Banco Mundial concluye que, para adaptar los sistemas educativos al cambio climático, es necesario mejorar las habilidades fundamentales y STEM, integrar la educación climática y fortalecer la capacidad de los docentes. Solo así se podrá aprovechar el poder de la educación para impulsar una transición hacia prácticas más sostenibles, sostiene.




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