Ciudad de México ,
Carlos Ortíz
Crédito foto: X @AbiyAhmedAli
La inauguración oficial de la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD) posiciona a Etiopía como un nuevo actor relevante en el mapa energético del continente africano. Sin embargo, también tiene sus efectos contraproducentes ya que alimenta una disputa regional por el control del río Nilo que involucra a Egipto y Sudán. El megaproyecto, valorado en 5,000 millones de dólares, fue presentado el lunes 9 de septiembre tras 15 años de construcción, con la promesa de transformar el acceso a la electricidad en África Oriental.
Considerada la mayor represa hidroeléctrica del continente, la GERD ya genera 750 megavatios con dos turbinas activas y apunta a alcanzar una capacidad de 5,150 MW, suficiente para abastecer a millones de hogares e incluso exportar energía a países vecinos. El primer ministro etíope, Abiy Ahmed, destacó que se trata de una herramienta para "elevar no solo a Etiopía", sino a toda la región.
No obstante, el proyecto ha generado fuertes tensiones geopolíticas. Egipto, que depende del Nilo para cerca del 90% de su agua dulce, sostiene que la represa amenaza su seguridad hídrica. "Ejercerá su derecho a tomar todas las medidas apropiadas para defender y proteger los intereses del pueblo egipcio", declaró el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Tamim Khallaf.
Sudán, otro país afectado por el uso de las aguas del Nilo, ha respaldado el pedido de acuerdos legalmente vinculantes para regular el llenado y la operación del embalse. No obstante, desde Etiopía sostienen que podría beneficiarse del proyecto mediante un mejor control de inundaciones y acceso a energía asequible.
Etiopía mantiene su postura soberana. El país inició el llenado por fases del embalse en 2020 y ha insistido en que la GERD "no es una amenaza, sino una oportunidad compartida", según palabras del primer ministro Abiy al Parlamento. Investigaciones independientes afirman que no se han registrado alteraciones significativas en los caudales aguas abajo, en parte por un llenado cauteloso y lluvias abundantes.
El financiamiento fue cubierto en un 91% por el banco central de Etiopía, con el resto aportado por la ciudadanía a través de bonos y donaciones, sin asistencia extranjera. El embalse ya supera en extensión al municipio británico de Gran Londres y está diseñado para ofrecer estabilidad hídrica tanto en energía como en irrigación.
No obstante, el beneficio total para la población rural podría tardar, ya que solo la mitad de los hogares en zonas alejadas están conectados a la red nacional. A nivel regional, el investigador Matt Bryden advirtió que la disputa por el agua se entrelaza con otros intereses estratégicos, como el acceso al mar Rojo, una aspiración declarada por el gobierno etíope, que ha tensado aún más la relación con sus vecinos Eritrea y Somalia.