Ciudad de México,
Martín Olivera
Crédito foto: Sergio F Cara (NotiPress)
Vietnam se encuentra en un momento crucial para avanzar hacia la movilidad eléctrica, una estrategia esencial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y cumplir con sus objetivos climáticos al 2050. Sin embargo, esta transición presenta retos significativos que abarcan infraestructura, costos iniciales, capacidad energética y preparación laboral. Superar estas barreras será clave para garantizar el éxito de la adopción de vehículos eléctricos (VE) y posicionar al país como un referente en sostenibilidad.
Uno de los desafíos más importantes es la creación de una red nacional de estaciones de carga. Actualmente, la infraestructura de carga es limitada, lo que dificulta la adopción de VE, especialmente en áreas rurales y zonas interurbanas. Según el informe del Banco Mundial, "el desarrollo de infraestructura de carga debe expandirse rápidamente hasta 2030 y completarse para 2050". Las ciudades y las principales vías de transporte necesitan una cobertura adecuada que permita a los usuarios cargar sus vehículos de manera segura y eficiente, eliminando una de las principales preocupaciones de los consumidores: la autonomía limitada.
Además, la transición hacia la movilidad eléctrica plantea una enorme presión sobre el sistema energético. Para satisfacer la demanda de carga, se estima que la generación de electricidad deberá incrementarse un 30 % y la capacidad de transmisión un 15 % para 2050. Según el informe, Vietnam necesitará hasta $9 mil millones en inversiones adicionales en el sector energético para 2030 y $14 mil millones al año entre 2031 y 2050. Estas cifras reflejan la magnitud de los recursos necesarios para modernizar y ampliar la red eléctrica. La adopción de fuentes renovables, como la energía solar y eólica, será crucial para garantizar un suministro sostenible y confiable.
El costo inicial de los vehículos eléctricos es otro de los principales obstáculos. Aunque los VE tienen menores costos operativos y de mantenimiento, su precio de adquisición sigue siendo elevado para muchas familias vietnamitas. Sin políticas que reduzcan este impacto económico, como subsidios o incentivos fiscales, la adopción de VE podría quedar limitada a un segmento reducido de la población. Además, facilitar el acceso a financiamiento asequible, como créditos con tasas preferenciales, permitirá a más personas optar por esta tecnología.
Por otro lado, la transición requiere un esfuerzo significativo en la capacitación de la fuerza laboral. Desde la fabricación hasta el mantenimiento y la reparación de los VE, será esencial desarrollar habilidades especializadas. Esto representa tanto un reto como una oportunidad para crear empleos en sectores innovadores, como la producción de baterías, el diseño de estaciones de carga y el reciclaje de componentes. Para ello, el gobierno debe trabajar en colaboración con instituciones educativas y el sector privado para garantizar que la fuerza laboral esté preparada para enfrentar los cambios tecnológicos.
También debe abordar retos culturales y de percepción social. Muchos consumidores todavía desconfían de los vehículos eléctricos debido a la falta de información sobre su desempeño, seguridad y beneficios a largo plazo. Campañas educativas que expliquen las ventajas de los VE, tanto económicas como ambientales, pueden desempeñar un papel clave en la aceleración de su adopción.
Si bien el país estableció metas ambiciosas, como electrificar su flota de transporte público y reducir significativamente las emisiones del sector para 2050, alcanzar estos objetivos requerirá una sólida colaboración multisectorial. Como señala el Banco Mundial, el éxito dependerá de que los ministerios gubernamentales, los inversionistas privados y los ciudadanos trabajen juntos para reconfigurar el mercado de vehículos, los patrones de movilidad y el consumo de energía.