Ciudad de México,
Francisco Vicario
Crédito foto: Patricia Manero (NotiPress)
En Yucatán, proyectos inmobiliarios de alto nivel están integrando áreas de conservación dentro de sus planes maestros como parte estructural del modelo de negocio. En lugar de destinar la mayor parte del terreno a zonas vendibles, algunos desarrolladores han optado por reservar grandes extensiones como espacios naturales protegidos, transformando la forma en que se concibe el valor en el sector.
Durante una entrevista con NotiPress, el CEO de BOMA Desarrollos explicó que en el proyecto Country Lakes, destinaron aproximadamente 450 hectáreas a conservación permanente. Esta superficie representa cerca del 45% del proyecto total y funciona como pulmón verde regional. Las áreas no se tocan ni se intervendrán comercialmente, decisión que responde a una estrategia empresarial basada en la sostenibilidad, el bienestar ambiental y la diferenciación de mercado, explicó.
Asimismo, detalló que el planteamiento no se limita a dejar áreas verdes como accesorio paisajístico. Las zonas de conservación buscan recuperar hábitats y favorecer el regreso de especies nativas, incluyendo flora endémica, aves cantoras y abejas meliponas. De acuerdo con Alberto Miranda, CEO de BOMA Desarrollos, los planes se elaboran en coordinación con la Secretaría de Desarrollo Sustentable del estado, con enfoque en restauración ecológica real.
Además del área de conservación, cada desarrollo contempla un porcentaje adicional de espacios verdes por privada y por unidad privativa, superando lo exigido por la normativa federal. A ello se suma la decisión de utilizar especies vegetales regionales tanto en jardines como en reforestación, lo cual permite disminuir el uso de agua, mejorar el equilibrio ecológico y reducir el impacto de urbanización.
Por otro lado, en materia constructiva, también se priorizan decisiones que favorecen la sostenibilidad. Los reglamentos internos prohíben luminarias altas y especifican iluminación tipo Dark Sky Lighting, tecnología diseñada para no afectar la vida silvestre nocturna ni el cielo estrellado.
El uso de materiales es otro eje del modelo. Las obras deben emplear piedra de canteras locales, lo cual reduce la huella de carbono al evitar transporte innecesario y promueve la economía regional. Esta regla aplica a pavimentos, senderos y elementos arquitectónicos, sin comprometer el diseño ni los acabados.
A nivel operativo, cada decisión ambiental se incorpora desde el diseño y se formaliza en los reglamentos de condominio. Esto incluye restricciones sobre el uso de vegetación exótica, tratamiento de aguas residuales y límites claros sobre áreas construibles.
Este modelo representa un cambio profundo en el paradigma inmobiliario, donde el entorno ya no se considera un obstáculo para el negocio, sino un activo que le da sentido o propósito. Al ofrecer calidad ambiental, coherencia visual y certeza legal, los desarrollos inmobiliarios logran diferenciarse y atraer a un nuevo perfil de inversionista con interés en proyectos sostenibles, con propósito y valor duradero.