Ciudad de México,
Axel Olivares
Crédito foto: Sergio F Cara (NotiPress)
Las principales economías del mundo occidental tienen un enemigo común. Se trata de la exportación de vehículos eléctricos provenientes de China, una industria que enfrenta restricciones comerciales unilaterales en los principales mercados de exportación.
Consideradas "prácticas comerciales desleales", muchos países aumentaron los aranceles de las importaciones de vehículos chinos. Entre ellos, Estados Unidos que, en mayo de 2024, aumentó los gravámenes del 25% al 100%. Mientras que la Unión Europea impuso en julio un arancel antisubvenciones provisional de hasta el 37,6%. La Comisión Europea mantiene bajo la lupa a las empresas chinas por exportar productos excesivamente baratos lo cual afecta al mercado local, una situación que repercute en varias partes del mundo.
Por su parte, China reaccionó a las medidas a través de contramedidas. Una de ellas fue una tasa de dumping (una disminución excesiva del valor) que reflejaría el nivel del arancel antisubvenciones de la UE a los vehículos eléctricos chinos. Al mismo tiempo, el coloso asiático presentó un reclamo contra los aranceles de la UE ante la Organización Mundial del Comercio (OMC).
En el caso de Canadá, el cual aumentó al 100% los aranceles, las represalias chinas fueron aún más severas. El Ministerio de Comercio inició investigaciones antidumping sobre el aceite de canola y los productos químicos canadienses, así como una investigación antidiscriminación independiente.
Como resultado, el Foro Económico Mundial (WEF) asegura que los aranceles a los vehículos eléctricos y las medidas chinas están provocando una escalada de las tensiones comerciales en un contexto de fricciones e incertidumbres geopolíticas ya de por sí acentuadas. Bajo el pretexto de acompañar la transición a una economía libre de carbono, China busca convertirse en el líder mundial en tecnologías, innovación y producción de autos eléctricos.
Desde 2017, las exportaciones de vehículos eléctricos de China aumentaron un 13.300% hasta alcanzar 42 mil millones de dólares en 2023. En efecto, China representa casi el 70% de la producción mundial de vehículos eléctricos.
Si bien Estados Unidos, la Unión Europea y Canadá mantienen preocupaciones que pueden considerarse legítimas frente al ascenso de la producción china sustentado por ayuda estatal, lo cierto es que los bloques occidentales también introdujeron políticas y subsidios similares. Entre ellas se puede observar la Ley de Reducción de la Inflación de Estados Unidos y varios programas de ayuda estatal en los estados miembros de la UE. Por lo tanto, las tensiones actuales pueden enmarcarse en una competencia industrial por obtener el liderazgo global en sectores estratégicos.
Aun así, el WEF considera que los aranceles a los vehículos eléctricos impuestos por Estados Unidos, la Unión Europea y Canadá no lograrán forzar a China a cambiar su política económica ni sus prácticas industriales. La firmeza de la potencia oriental en mantener su modelo de desarrollo quedó clara en el comunicado del tercer pleno de 2024. En lugar de ceder, China respondió enérgicamente, manteniendo una respuesta a la guerra comercial con Estados Unidos. Además, los fabricantes chinos comenzaron a trasladar su producción a terceros países y a diversificar sus exportaciones hacia mercados emergentes, como Australia, para mitigar el impacto de los aranceles.
Pese a que el litigio en la OMC sigue siendo una opción, este tipo de acciones no resuelven el problema de fondo y, a menudo, perpetúan el ciclo de respuestas enérgicas. A largo plazo, la única solución sostenible para el WEF es la cooperación multilateral para establecer nuevas reglas de competencia global que reemplacen las actuales políticas proteccionistas. Sin embargo, para que esto suceda, las naciones deben dejar de lado las tácticas unilaterales y recurrir a la diplomacia multilateral.