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La NASA otorgó cinco premios de investigación, con un valor total de 11,5 millones de dólares, como parte de su estrategia para avanzar en el desarrollo de tecnologías sostenibles para la aviación del futuro. Si bien las aeronaves de las próximas décadas podrían parecerse externamente a las actuales, los científicos y expertos en aviación esperan que estas incorporen innovaciones clave para contribuir a reducir el impacto ambiental del transporte aéreo. La NASA tiene como objetivo acelerar la transición hacia una aviación con menores emisiones y un consumo energético optimizado, buscando una sostenibilidad a largo plazo.
El programa "Conceptos Aeronáuticos Avanzados para la Sostenibilidad Ambiental 2050" (AACES, por sus siglas en inglés) lidera esta iniciativa. Este programa de la NASA está diseñado para identificar y apoyar "soluciones transformadoras" que tengan el potencial de cambiar la forma sobre como los aviones son fabricados, impulsados y operados. La industria aérea es responsable de una importante fracción de las emisiones de carbono a nivel global, y para 2050, la NASA pretende que estas tecnologías puedan contribuir a una aviación comercial significativamente más ecológica.
Cada uno de los cinco premios se destina a un proyecto específico, algunos de los cuales ya están avanzados y presentan prototipos en fase de pruebas. Uno de los proyectos destacados es el de la empresa Electra, la cual ya desarrolló un modelo volador de aeronave eléctrica. Con los fondos proporcionados, Electra podrá mejorar aún más su tecnología y acercarse a un modelo comercial viable. Por otro lado, JetZero está trabajando en un diseño innovador de fuselaje combinando una estructura de alas integradas con el uso de hidrógeno líquido criogénico como fuente de combustible. Esta tecnología experimental busca optimizar el rendimiento de la aeronave, reducir el consumo energético y ofrecer un impacto ambiental menor.
Los otros tres premios de la NASA están enfocados en investigaciones más amplias y exploratorias. La Universidad de Georgia, a través de su programa ATH2ENA, estudiará nuevos combustibles, sistemas de propulsión alternativos y configuraciones avanzadas de aeronaves. Con este análisis, buscan descubrir combinaciones que aumenten la eficiencia y reduzcan las emisiones de carbono. En tanto, Pratt and Whitney explorará una amplia gama de tecnologías de propulsión, con el objetivo de reducir tanto el consumo de combustible como las emisiones, empleando abordajes que van desde nuevos materiales hasta modificaciones en la estructura de los motores. Finalmente, Aurora Flight Sciences, una empresa propiedad de Boeing, tiene el mandato más extenso de todos los participantes: realizar una exploración integral de posibles tecnologías y conceptos para aeronaves sostenibles, buscando alternativas que puedan transformar toda la industria en las próximas décadas.
Un aspecto notable de esta asignación de fondos es la ausencia de algunas startups de aeronaves eléctricas quienes captaron gran atención y financiamiento privado en los últimos años. Estas empresas emergentes, las cuales cuentan con fuertes inversiones en tecnología de vuelo eléctrico, podrían haber decidido no participar en la iniciativa de la NASA debido a su perspectiva en el financiamiento privado o porque su visión de la aviación sostenible no coincide con los proyectos a largo plazo planteados en el programa AACES.
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