
Foto: Sergio F Cara (NotiPress)
Recuperar especies que habían desaparecido del paisaje yucateco ya no es solo una iniciativa ambiental, sino parte del modelo de desarrollo inmobiliario en el sureste mexicano.
Durante entrevista con NotiPress, Alberto Miranda, CEO y fundador de BOMA Desarrollos, detalló que mantienen interacción con la Secretaría de Desarrollo Sustentable del estado para definir qué especies de árboles deben replantarse en cada zona. El objetivo no es únicamente paisajístico, sino funcional: atraer de nuevo a aves cantoras, abejas meliponas y otras especies que migraron por la pérdida de hábitat. En estos proyectos, la empresa implementa estrategias directas para reactivar la biodiversidad local mediante reforestación específica, control normativo y colaboración con autoridades ambientales.
A esto se suma la protección de áreas naturales específicas como manglares y playas subestimadas, dentro de un esquema de conservación no comercial.
El diseño urbano de los proyectos incorpora medidas que buscan evitar daños al entorno, explicó. Las luminarias altas están prohibidas en los reglamentos de condominio y se especifica el uso de tecnología Dark Sky Lighting, que no afecta la orientación nocturna de las aves. También se establecen límites al uso de vegetación exótica y se regula el tratamiento de aguas residuales según normativas federales.
Según detalló, estas medidas están orientadas a revertir los efectos negativos sobre la biodiversidad provocados por años de desarrollo urbano sin planificación ambiental. Para ello, se realiza una selección específica de vegetación nativa adaptada al ecosistema local, lo cual también reduce el consumo de agua y favorece el equilibrio ecológico.
La vegetación exótica está limitada, y se regula el tratamiento de aguas residuales según parámetros ambientales. Además, las zonas de conservación quedan formalmente fuera de cualquier esquema de comercialización, para garantizar su preservación permanente.
Miranda afirmó que todos los proyectos de BOMA se desarrollan únicamente sobre propiedad privada y no se lanzan hasta contar con los permisos ambientales, municipales, estatales y federales correspondientes. También gestionan manifestaciones de impacto ambiental y liberaciones del INAH, incluso cuando la normatividad no las exige para ciertos productos.
Esta visión, señaló, busca asegurar que la llegada de nuevos residentes no represente una carga ambiental adicional, sino que convivan con el entorno de forma equilibrada. Para ello, cada acción técnica se estructura como parte del modelo de negocio, no como accesorio de marketing.
Al conservar hasta 450 hectáreas en zonas como Country Lakes, estos proyectos apuntan a algo más que ofrecer amenidades o plusvalía. Reforestan lo que ya estaba, protegen lo que permanece y activan lo que puede volver: selva baja, polinizadores, aves y ciclos naturales propios del sureste.
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