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Los textiles y la vestimenta son una parte fundamental de la vida diaria y una contribución importante en la economía global, representando también la expresión de individualidad de cada persona. En economía circular de este sector, cobra importancia las 3R: reduce, reúsa y recicla.
A nivel mundial, la industria de ropa genera 1.3 billones de dólares y emplea a más de 300 millones de personas a lo largo de la cadena de valor. La ropa representa más del 60% del total de textiles.
Desde hace 15 años, la producción de ropa ha crecido aproximadamente el doble, impulsada principalmente por los mercados emergentes como Asia y África y al fenómeno de la "moda rápida", sin embargo, menos del 1% del material utilizado para producir ropa se recicla en prendas nuevas, lo que representa una pérdida de más de 100 mil millones de dólares de materiales cada año.
Si el crecimiento continúa como se espera, las ventas totales de ropa llegarían a los 160 millones de toneladas en 2050, más de tres veces la cantidad de 2019. Esto daría lugar a un aumento sustancial en los impactos negativos de la industria y para el año 2050 podría utilizar más del 26% del presupuesto mundial de carbono.
Cada segundo, el equivalente de un camión de basura de textiles es vertido o quemado; cada año se pierde un valor estimado de 500 mil millones de dólares debido a que la ropa apenas se usa y rara vez se recicla. El lavado de ropa libera medio millón de toneladas de microfibras plásticas en el océano cada año, equivalente a más de 50 mil millones de botellas de plástico.
Por ello, es de suma importancia comenzar a explorar los beneficios empresariales de una economía circular y sus oportunidades. La economía circular se interrelaciona con la sostenibilidad, cuyo objetivo principal es que el valor de los productos, materiales y recursos se mantengan en la economía durante el mayor tiempo posible.
El modelo de producción de la industria textil funciona en el sistema de producción lineal, es decir, produce ropa, los consumidores la compran, usan y desechan pero ésta no vuelve a entrar en el círculo de producción. Por ejemplo, los fabricantes y las marcas líderes en la moda deben transformar la forma en que hoy en día producen los pantalones vaqueros, combatir el desperdicio, la contaminación y el uso de prácticas nocivas, es necesario duren más y se puedan reciclar fácilmente. Los primeros pares de jeans rediseñados estarán a la venta en 2020.
Según datos de El Centro Mexicano de Derecho Ambiental, A.C. (CEMDA), en el caso de México los impactos socioambientales de este sector son un tema sumamente importante, datos de esta organización estiman que la industria de la moda y confección descarga agua contaminada al Río Atoyac afectando a por lo menos 2.3 millones de personas en el estado de Puebla, México.
Asimismo, la situación de crisis ambiental, también puede ser una oportunidad en función de impulsar un cambio hacia una economía circular. Desafortunadamente en México, uno de los principales problemas para avanzar hacia una economía circular en el sector de la moda y confección, es que ni el marco legal, ni las políticas públicas ofrecen incentivos para cambiar los procesos de producción y el comportamiento de los consumidores hacia prácticas más sustentables.
En el país, la cultura del reúso y reciclaje textil está más dirigido hacia una clase social baja a diferencia de Europa y Estados Unidos, donde se pueden encontrar tiendas con ropa de marca de segunda mano que en algunos casos ha sido reparada para poner a la venta y cuyos ingresos van destinados a labores de beneficencia.
De esta manera, es importante comenzar a hacer conciencia con base en las 3R: reduce, reúsa y recicla.
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