Ciudad de México,
Belem Ruiz
Crédito foto: Pedro Basilio (NotiPress)
Las ciudades inteligentes están en las proyecciones de países desarrollados y en desarrollo, diferentes Estados del mundo ansían su llegada y se preparan para un futuro urbano conectado. Como parte de los preparativos, más allá de la incorporación de las últimas novedades del Internet de las Cosas o la realidad aumentada y demás innovadoras tecnologías, es de suma importancia se tomen en cuenta nociones de ciberseguridad y privacidad en las diversas etapas del diseño y el desarrollo de las smart cities. Nuevos ciberriesgos emergen conforme se da la convergencia entre infraestructuras digitales y físicas.
Tecnologías digitales, datos y pensamiento de diseño (conocidas en inglés como las tres d: digital technologies, data, design thinking) serán clave para lograr la eficiencia y la eficacia de los servicios urbanos del futuro. Tales innovaciones asimismo traen consigo nuevos ciberriesgos, peligros para activos físicos y digitales que incluso podrían poner en riesgo la misma existencia de las smart cities. Ataques cibernéticos y vulnerabilidades incrementarán su número junto con los dispositivos conectados, y estos podrían ser la puerta de entrada a sistemas enteros hasta alcanzar una suerte efecto cascada con repercusiones masivas.
Entre las consecuencias de estos ciberriesgos tenemos pérdida de datos, impacto financiero y probables daños a la reputación; aunque graves, estas afectaciones son tan solo la punta del iceberg. Dado que en una ciudad inteligente todos los servicios estarían conectados, las repercusiones podrían incluso suponer la interrupción de los servicios y la infraestructura públicos, por ejemplo: atención médica, transporte, cumplimiento de la ley, servicios públicos y residenciales. La pérdida de vidas y la ruptura de los sistemas sociales y económicos son una posibilidad en el peor de los casos.
Si estos son los ciberriesgos a enfrentarse en las ciudades inteligentes, ¿cómo preparar un futuro urbano conectado y seguro? Lo primero es comprender el funcionamiento de las smart cities: cantidades masivas de intercambios de datos entre los miembros y actores urbanos de un complejo ecosistema de servicios municipales, entidades públicas y privadas, personas, procesos, dispositivos e infraestructura. Así, tres factores propician los ciberriesgos de las ciudades inteligentes: convergencia digital-físico, interoperabilidad entre sistemas heredados y nuevos, integración de servicios urbanos dispares e infraestructura habilitadora.
Por ende, señalan expertos en ciberriesgos, una manera de anticipar los posibles problemas del futuro urbano conectado o estar preparados para afrontarlos es adoptar enfoques holísticos. Es decir, Piyush Pandey y sus colegas de Deloitte aconsejan basar los objetivos de ciberseguridad de las smart cities en las tecnologías de la información tradicionales y las tecnologías operativas, pues esto permitiría no solo asegurar los datos sino además garantizar la seguridad y la capacidad de recuperación de los sistemas y procesos.
Confidencialidad, integridad, disponibilidad, seguridad y capacidad de recuperación son las metas a tener en cuenta durante el diseño y la implementación conjunta de las diferentes tecnologías que conforman una ciudad inteligente. Al prepararse ante los ciberriesgos del futuro urbano conectado, será esencial la creación de un marco de ciberriesgos integrado, uno donde se tomen en cuenta: estándares industriales, requisitos legales y reglamentarios para determinar de qué manera los ciberriesgos pueden dañar a todos los participantes del ecosistema (usuarios, gobiernos, servicios, infraestructuras y procesos), así como evaluar la influencia de cada sistema y los activos entre sí.