
Foto: Josue Díaz (NotiPress/Composición)
Los diamantes producidos en laboratorio se posicionan como una opción de preferencia entre Millennials y la Generación Z, generaciones que se caracterizan por mostrar interés en la sostenibilidad, la ética y la transparencia en sus decisiones de compra. Esta tendencia representa un cambio estructural en la industria joyera tradicional, donde el lujo comienza a asociarse menos con la rareza natural y más con el compromiso ambiental y social.
En una entrevista publicada por WIRED en Español, la joyería Ingrata Fortuna, con sede en Ciudad de México, expuso que incorporó diamantes cultivados en laboratorio a su oferta comercial. Representantes de la marca destacaron que estas gemas permiten a los consumidores adquirir piezas de alta gama sin involucrarse en procesos extractivos tradicionales. Esta alternativa responde a la creciente demanda de productos que minimicen el impacto ambiental y social asociado a la minería.
Instituciones especializadas, como el Diamond Foundry, respaldan la afirmación de que la producción en laboratorio puede generar hasta un 85% menos de emisiones de carbono en comparación con la minería tradicional. Esta diferencia ambiental fue clave para captar la atención de compradores jóvenes, quienes buscan coherencia entre sus valores y hábitos de consumo.
Además del beneficio ecológico, el factor económico desempeña un papel decisivo. Según un análisis de la consultora Bain & Company, los diamantes cultivados pueden costar entre 30% y 50% menos que sus equivalentes naturales, sin comprometer calidad ni estética. Esta accesibilidad fue sumamente llamativa para el público consumidor, permitiendo que el lujo deje de ser un privilegio exclusivo y pase a ser una opción disponible para más personas.
Esta perspectiva enfocada en la sostenibilidad es una parte de la reformulación de las estrategias del mercado para adaptarse a las exigencias del público. Varias marcas consolidadas comenzaron a adaptar sus modelos de negocio frente a nuevas transformaciones. Una de esas marcas es Secta, la cual le permite a sus clientes crear sus propias piezas de joyería reflejando sus historias personales.
Los desafíos de la joyería artificial
Aunque grandes actores de la industria incursionaron en la venta de diamantes creados artificialmente, enfrentan obstáculos financieros y operativos al intentar competir con nuevas firmas especializadas en este segmento. La transición, por tanto, no es uniforme y plantea interrogantes sobre el futuro del comercio tradicional de piedras preciosas.
El valor añadido de la trazabilidad también resulta fundamental ya que los diamantes generados en laboratorio permiten establecer una línea clara entre origen y producto final. Esta cualidad ofrece seguridad a los compradores al eliminar la posibilidad de adquirir gemas asociadas a conflictos o condiciones laborales precarias.
Igualmente, el atractivo visual no se ve afectado. Estudios del Gemological Institute of America confirman cómo los diamantes sintéticos poseen las mismas propiedades ópticas, químicas y físicas que los naturales, lo cual garantiza una experiencia estética equivalente. De esta forma, se mantienen los estándares de calidad que caracterizan a la alta joyería.
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