Foto: Gustavo Torres (NotiPress)
La órbita terrestre baja (LEO) se convirtió en un espacio muy concurrido en los últimos años, con un aumento en el número de satélites lanzados. Este incremento generó un nivel de tráfico sin precedentes, provocando problemas. Según el Informe sobre el Entorno Espacial 2024 de la Agencia Espacial Europea (ESA), la acumulación de naves espaciales y desechos en esta región es insostenible.
Asimismo, el informe advirtió, sin la adopción generalizada de tácticas de mitigación de desechos, el futuro de los viajes espaciales podría estar en peligro. En ese sentido, en el 2023, el número de lanzamientos de satélites alcanzó un récord histórico con más de 2 mil 800 satélites ingresando a la órbita terrestre baja.
Igualmente, la mayoría de los satélites forman parte de grandes constelaciones de comunicaciones comerciales situadas entre 500 y 600 kilómetros sobre la Tierra. Actualmente, dos tercios de todos los satélites activos operan en esta banda orbital y obliga a los operadores a trabajar más para evitar colisiones.
Además del alto tráfico de satélites, la órbita terrestre baja está repleta de desechos espaciales. De los 35 mil objetos rastreados por las redes de vigilancia espacial, 26 mil son fragmentos de desechos de más de 10 cm. Ante ello, la Oficina de Desechos Espaciales de la ESA estimó hay un millón más de fragmentos de desechos espaciales de más de 1 cm.
Por otro lado, estos pequeños objetos representan un grave peligro para los satélites operativos, obligando a los operadores a realizar maniobras de evasión regulares y esto consume recursos de combustible. Asimismo, en la banda orbital entre 500 y 600 km, los satélites enfrentan cerca de 30 eventos de conjunción por año y deben realizar maniobras para evitar colisionar con otros satélites o desechos.
Dicha situación demuestra la necesidad de implementar medidas efectivas de mitigación de desechos. No obstante, la ESA creó la Carta de Basura Cero, una iniciativa destinada a alentar a los países a volverse neutrales en residuos para 2030. Hasta la fecha, la carta fue firmada por una docena de países y más de 100 entidades comerciales y no comerciales.
Paralelamente, desde el 2019, hubo un aumento en el número de cargas útiles que salen de órbita y vuelven a entrar en la órbita terrestre de forma controlada. En el 2023, más de la mitad de los cohetes que volvieron a entrar en la atmósfera lo hicieron de manera controlada, siendo un paso importante hacia la reducción de desechos espaciales.
Sin embargo, la ESA insiste en la necesidad de establecer directrices más estrictas para evitar desechos descontrolados donde conviertan la órbita terrestre baja en una franja intransitable de desechos orbitales. Por ello, la agencia implementó normas de mitigación de desechos para sus socios en misiones de la ESA y adjudicó un contrato de 93 millones 400 mil dólares a ClearSpace SA para una misión de demostración de eliminación activa de desechos.
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