Corrientes oceánicas arrastran mercurio antiguo al Ártico, revela estudio danés

 24-06-2025
Brenda Rodríguez
   
Foto: Sergio F Cara (NotiPress/Composición)

Foto: Sergio F Cara (NotiPress/Composición)

Las concentraciones de mercurio en la fauna del Ártico continúan en aumento, a pesar de las reducciones globales en las emisiones de este metal desde la década de 1970. Durante una investigación publicada en Nature Communications, liderada por científicos de la Universidad de Aarhus y la Universidad de Copenhague. Legaron a una conclusión que las corrientes oceánicas estarían trasladando contaminación histórica hacia el Ártico, prolongando el riesgo para los ecosistemas y la salud humana.

Tal trabajo se basa en más de 700 muestras recolectadas durante 40 años en Groenlandia, incluyendo tejidos de osos polares, focas, peces y turberas. Mediante el análisis de seis isótopos comunes de mercurio, los investigadores identificaron diferencias regionales en las concentraciones que coinciden con los patrones de circulación oceánica.

"Estas firmas isotópicas actúan como huellas dactilares, revelando las fuentes y rutas de transporte del mercurio", explicó el investigador Jens Søndergaard, de la Universidad de Aarhus. En el oeste central de Groenlandia, por ejemplo, la influencia del flujo del Atlántico a través de la corriente de Irminger es clara, mientras que otras regiones están dominadas por corrientes del Océano Ártico.

Mercurio es un neurotóxico potente que puede permanecer en el océano por más de 300 años. Según el profesor Rune Dietz, también de Aarhus, "el transporte de mercurio desde fuentes importantes como China hasta Groenlandia puede tardar hasta 150 años". Esto explicaría por qué no se observa una disminución en los niveles de mercurio en la fauna ártica, incluso cuando las emisiones atmosféricas han disminuido.

En depredadores como los osos polares y las ballenas dentadas, las concentraciones actuales son entre 20 y 30 veces mayores que antes de la industrialización, afectando su sistema inmune, la reproducción y posiblemente sus funciones sensoriales, según indicó el profesor Christian Sonne.

Los hallazgos plantean un desafío para el Convenio de Minamata de las Naciones Unidas, que busca reducir la contaminación global por mercurio. El estudio sugiere que los efectos de las regulaciones actuales podrían tardar siglos en reflejarse en el ecosistema ártico.




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