
Foto: Sergio F Cara (NotiPress/Composición)
Según, Juan Alejandro Aguirre, director de soluciones de ingeniería para América Latina en SonicWall, las redes criminales evolucionaron hacia estructuras similares a las de una empresa formal. Estas están diseñadas para sostener actividades de intrusión con lógica comercial, explicó Aguirre durante su conversación con NotiPress.
Modelos como el ransomware como servicio (RaaS) permiten la participación de personas sin habilidades técnicas. De acuerdo con Aguirre: "Primero creo el grupo, contrato o recluto desarrolladores, cuando se hacen los ataques y se monetizan, también una parte de ese revenue va también al grupo". Esta forma de operar refleja un ecosistema estructurado y eficiente, muy alejado del hacker aislado de hace una década.
Sistemas descentralizados como las criptomonedas ofrecen anonimato financiero. En palabras de Aguirre: "Cuando aparece el bitcoin, esta actividad ya no sólo se utiliza para hacer daño, sino que el ciberdelincuente puede monetizar". Esto cambió la motivación de los atacantes, quienes ya no buscan notoriedad sino ingresos sostenibles.
Por otro lado, tecnologías emergentes como la inteligencia artificial acortan el tiempo entre la publicación de una vulnerabilidad y su explotación. Además, se presenta una asimetría entre atacante y víctima la cual incrementa el impacto potencial de cada intrusión.
Algunas organizaciones delictivas como LockBit ejemplifican esta profesionalización. Datos de IBM y el World Economic Forum revelan que estas bandas operan con afiliados globales, interfaces administrativas y soporte técnico para maximizar su alcance y rentabilidad.
Los colaboradores criminales pueden encontrarse en distintos países, mientras los desarrolladores centrales permanecen fuera del alcance judicial. "Los grupos pueden estar en Ucrania o en Rusia o en Corea, en Irán, pero pueden tener suscriptores en todo el mundo", afirmó Aguirre. Esta dispersión geográfica limita las posibilidades de contención por parte de autoridades nacionales.
Varias herramientas como la economía digital, el anonimato financiero, las redes distribuidas y las herramientas avanzadas llevaron al delito informático a operar con los mismos principios que una corporación multinacional. Según Aguirre: "Ya no estamos hablando de individuos sino de grupos criminales que monetizan su actividad criminal".
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