Ciudad de México,
Axel Olivares
Crédito foto: Sergio F Cara (NotiPress/Composición)
La posibilidad de borrar o implantar recuerdos en el cerebro humano, aunque aún limitada a pruebas en animales, es cada vez más real gracias a los avances en neurociencia. Investigaciones del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), la Universidad de Boston y el Instituto ATR en Kioto demostraron que la manipulación de la memoria, un concepto familiar para la ciencia ficción, podría ser alcanzable en el futuro mediante técnicas no invasivas. Esto plantea enormes posibilidades terapéuticas para trastornos como el síndrome de estrés postraumático y la depresión, así como importantes debates éticos.
Hace una década, Susumu Tonegawa, Nobel de neurociencia del MIT, logró manipular los recuerdos de ratones mediante la optogenética, técnica que permite activar o desactivar neuronas específicas utilizando luz. Durante el experimento, las ratas mostraban reacciones de miedo a una descarga eléctrica que nunca habían recibido, evocando un "recuerdo implantado". Esta técnica, que combina genética y óptica, permite distinguir y manipular engramas, las huellas mnémicas formadas tras experiencias específicas. Sin embargo, al ser un método invasivo, su aplicación en humanos es inviable.
Paralelamente, el neurocientífico Steve Ramírez trabaja en el mapeo de engramas en la Universidad de Boston, donde identifica neuronas de recuerdos específicos y analiza cómo varían los recuerdos negativos de los positivos. Aunque en animales esta técnica permitió incluso transformar recuerdos negativos en positivos, Ramírez advierte que, para aplicarlo en humanos, se requiere mayor precisión en los métodos de lectura de actividad cerebral.
En humanos, el investigador Aurelio Cortese del Instituto ATR en Kioto trabaja en el método Decoded Neurofeedback (DecNef), el cual utiliza resonancia magnética funcional y aprendizaje automático. Este método busca reducir el impacto de memorias negativas sin intervención invasiva, ayudando a los participantes a controlar fobias y recuerdos dolorosos. La técnica consiste en modificar la actividad neuronal mediante retroalimentación positiva, "entrenando" al cerebro para reducir su respuesta fisiológica a emociones negativas.
Daniela Schiller, neurocientífica de la Escuela de Medicina Mount Sinai, investiga la posibilidad de modificar recuerdos mediante sustancias farmacológicas. Inspirada en experimentos con animales donde se bloqueó la síntesis de proteínas para "borrar" recuerdos de miedo, Schiller explica que ciertos betabloqueadores podrían inhibir reacciones emocionales a recuerdos traumáticos en humanos.
No obstante, estas prácticas generan una serie de dilemas éticos. Investigaciones como "Minding Rights" plantean preguntas sobre los derechos a la privacidad y la integridad mental, en un campo que podría alterar identidades personales y que, además, enfrenta riesgos potenciales de abuso militar. Según los expertos, estas cuestiones deben abordarse antes de que la tecnología evolucione más allá de sus límites actuales.