Ciudad de México,
Axel Olivares
Crédito foto: Sergio F Cara (NotiPress/Composición)
De acuerdo con un estudio publicado en The Conversation, hay células provenientes de un organismo muerto las cuales son capaces de reorganizarse y transformarse en nuevas formas de vida. Si bien se sabe que las células no son "estáticas" y son capaces de evolucionar para formar tejidos especializados, como la oruga en mariposa, al parecer existe un "tercer estado" ubicado en medio de una transición de materia viva a materia muerta.
Al analizar células de la piel extraídas de embriones de ranas, los investigadores descubrieron que esas células son capaces de readaptarse a las nuevas condiciones ambientales, en este caso una placa de Petri, y reorganizarse espontáneamente en organismos multicelulares, llamados "xenobots". "Estos organismos han mostrado un comportamiento que va mucho más allá de sus funciones biológicas originales, en particular, son capaces de utilizar sus cilios, pequeñas estructuras similares a pelos, para navegar y desplazarse por su entorno. En los embriones vivos los cilios se utilizan normalmente para desplazar el moco", afirma el estudio.
Estos "zombis microscópicos" no solo pueden desplazarse, sino también "curarse" a sí mismos. Además, los xenobots pueden interactuar con su entorno de forma independiente, e incluso realizar la "autorreplicación cinemática" lo cual implica replicar su propia estructura sin crecer.
Los recientes hallazgos desafían la idea de que las células y los organismos únicamente pueden evolucionar de formas predeterminadas. La plasticidad de estos sistemas celulares sugiere que la muerte del organismo puede ser más significativa de lo que parecía en la transformación de las células.
Pero, para la consecución de este "tercer estado" se requieren varios factores, entre ellos, las condiciones ambientales, la actividad metabólica y las técnicas de conservación. Se le suma también los tiempos de supervivencia de los tejidos de cada célula. Mientras que los glóbulos blancos humanos suelen morir entre 60 y 86 horas después de la muerte del organismo, las células del músculo esquelético de los ratones pueden "regenerarse" hasta dos semanas después de la muerte del espécimen.
Las mejores condiciones de conservación parecen estar orientadas al frío bajo el cual, los tejidos muertos parecen funcionar de forma similar a los vivos. Aun así, se desconocen los mecanismos exactos que regulan este fenómeno. "No está claro cómo la interacción de todos estos agentes permite que determinadas células sigan funcionando tras la muerte del organismo", aseguran los investigadores.
Una de las hipótesis indica que determinados canales químicos de la superficie externa de las células funcionan como "circuitos eléctricos". Luego de la muerte del organismo, envían señales que permiten a las células seguir comunicándose entre sí para realizar funciones específicas como crecer, moverse y replicarse.
Este estudio abre puertas para ideas prometedoras para nuevos tratamientos. Los investigadores consideran que este tipo de células podrían utilizarse para fármacos que no desencadenen una respuesta inmunitaria no deseada. Su correcta alteración podría ser beneficiosa para el tratamiento de enfermedades como aterosclerosis disolviendo obstrucciones en los vasos sanguíneos como también pueden utilizarse para eliminar el exceso de mucosidad en pacientes que padecen fibrosis quística.