Ciudad de México,
Noelia Acuña
Crédito foto: Sergio F Cara (NotiPress/Composición)
Reconocida durante décadas como un tratamiento eficaz para la depresión, la terapia cognitivo-conductual (TCC) ayuda a pacientes a manejar pensamientos negativos y mejorar conductas. Sin embargo, investigaciones recientes revelaron que este enfoque terapéutico no solo alivia los síntomas emocionales, sino también puede generar cambios duraderos en el cerebro. Un estudio realizado por Stanford Medicine demostró cómo la TCC, cuando se adapta a las características de cada paciente, puede modificar los circuitos neuronales.
Este hallazgo ofrece una nueva perspectiva sobre el tratamiento de la depresión y su impacto en la salud mental a largo plazo. La investigación se centró en adultos que padecían depresión y obesidad, una combinación históricamente difícil de tratar. Los resultados del estudio mostraron que la terapia cognitivo-conductual enfocada en la resolución de problemas redujo síntomas depresivos en un tercio de los participantes.
Además, se presentaron modificaciones en sus circuitos cerebrales, sugiriendo, los cambios en la conducta y los pensamientos pueden tener un impacto directo en el cerebro. De hecho, las adaptaciones neuronales fueron observables después de solo dos meses de tratamiento, y esos primeros cambios indicaron qué pacientes serían los más beneficiados a largo plazo. Este hallazgo refuerza la idea de sobre los tratamientos y cómo se deben basar en las características neurológicas particulares de cada paciente.
Según la doctora Leanne Williams, profesora de psiquiatría en Stanford, esta investigación podría marcar el inicio de una "psiquiatría de precisión", donde los tratamientos se seleccionan según la actividad cerebral, acelerando así la recuperación de los pacientes. Williams, quien fue una de las autoras principales del estudio, comparó esta nueva metodología con la forma en como los médicos tratan el dolor de pecho, utilizando pruebas para identificar la causa exacta y guiar el tratamiento más adecuado.
Dicho estudio forma parte de un ensayo clínico más amplio llamado RAINBOW, y utilizó la terapia de resolución de problemas, una variante de la TCC. La misma está enfocada en mejorar habilidades cognitivas para identificar, planificar y resolver problemas cotidianos. Durante el proceso, los pacientes identificaron problemas específicos en sus vidas, trabajaron con un terapeuta para buscar soluciones y aprendieron a eliminar información irrelevante. Esto activó un conjunto particular de neuronas conocidas como el circuito de control cognitivo y mejoró la capacidad de los participantes para resolver problemas y redujo los síntomas depresivos.
No obstante, de los 108 participantes, 59 recibieron terapia de resolución de problemas durante un año, además de sus tratamientos habituales, como la medicación antidepresiva. Los otros 49 recibieron solo la atención común y los investigadores midieron los cambios en la actividad cerebral mediante escáneres fMRI, realizados a intervalos regulares durante los 24 meses del estudio. Los resultados indicaron, en aquellos que recibieron la terapia, la actividad en el circuito de control cognitivo mejoró, sugiriendo un procesamiento más eficiente de la información. Mientras tanto, el grupo que no recibió terapia mostró una disminución en la actividad, correlacionándose con una mayor dificultad para resolver problemas.
A los seis meses, los participantes respondieron positivamente a la terapia, manifestando mejoras en la capacidad para gestionar los desafíos diarios y, en muchos casos, pudieron regresar al trabajo, retomar hobbies o mejorar sus relaciones sociales. Estos resultados, según el investigador Xue Zhang, autor principal del estudio, demuestran que la terapia de resolución de problemas alivia síntomas de depresión, y optimiza el funcionamiento cognitivo, permitiendo a los pacientes "trabajar de forma más inteligente" en lugar de más arduamente.