
Foto: Sergio F Cara (NotiPress/Composición)
Un nuevo libro publicado por Yale University Press este 17 de junio de 2025 plantea que la evolución humana ha fomentado el engaño como una herramienta para explotar la cooperación social. Este fenómeno, según su autor, compromete los fundamentos de la democracia y la justicia global. La obra, titulada Invisible Rivals, es del investigador Jonathan Goodman, científico social de la Universidad de Cambridge.
Goodman argumenta que los humanos, lejos de erradicar a los oportunistas sociales conocidos como "free-riders" (personas que se benefician de un bien o servicio), han evolucionado para volverse más eficientes en el ocultamiento de su comportamiento egoísta. "Free riders están entre nosotros en todos los niveles de la sociedad y pretender lo contrario puede hacer que nuestros propios objetivos sean poco realistas", advierte el autor, quien considera que esta tendencia está arraigada en la historia evolutiva de la humanidad.
A través del lenguaje, señala Goodman, las personas han aprendido a coordinar y planear actos simulando cooperación pero en realidad encubren intereses individuales. "Usamos el lenguaje para mantener nuestros planes invisibles", afirma en su libro. Esta capacidad habría permitido a ciertos individuos prosperar en estructuras sociales que dependen de la confianza y la colaboración.
Jonathan Goodman identifica comportamientos oportunistas en áreas como evasión fiscal, la manipulación de políticas ambientales, y en líderes políticos y empresariales. Resalta también que el éxito evolutivo de estos individuos no es accidental, sino un reflejo de una capacidad humana para explotar normas sociales y aparentar confiabilidad mientras se actúa de forma egoísta.
Frente a este panorama, Goodman sostiene que el reconocimiento de esta "imperfección humana" es esencial para diseñar políticas públicas más realistas. "Si aceptamos que todos tenemos este antiguo defecto (...) podemos diseñar políticas en torno a él y cambiar nuestras sociedades para mejor", propone.
El libro destaca además cómo en sociedades ancestrales, las normas ayudaban a distribuir recursos de forma equitativa, dificultando la ocultación de bienes. No obstante, en economías modernas basadas en activos intangibles, esas normas han perdido efectividad. Para Goodman, la educación ética y el reconocimiento de patrones de engaño son herramientas claves para restaurar la confianza social.
Finalmente, el autor asegura que exponer a los oportunistas es más eficaz que castigarlos directamente, dado que la pérdida de reputación puede desincentivar sus acciones: "La pérdida de capital social a través de la reputación es un motivador importante para cualquier persona", afirma.
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