Buenos Aires,
Axel Olivares
Crédito foto: Gustavo Torres (NotiPress)
Una de las causas que siempre ha estado en el banquillo de los acusados al momento de discutir los orígenes de una enfermedad han sido los alimentos ultraprocesados. Estos tipos de comida, tales como cereales azucarados, snacks, hot dogs o postres, han sido objeto de debate en cuanto a su impacto en la salud y, más específicamente, en la salud cerebral. Ante esta incógnita, un nuevo estudio de la Universidad de Harvard afirma, comer alimentos ultraprocesados está relacionado con un mayor riesgo de deterioro cognitivo y accidentes cerebrovasculares.
El proyecto REGARDS (Reasons for Geographic And Racial Differences in Stroke) es un estudio que reunió a participantes mayores de 45 años, el cual evaluó la salud, la dieta, el ejercicio, el índice de masa corporal, la educación, los ingresos, el consumo de alcohol, el estado de ánimo y otros factores. También se realizaron pruebas de memoria y lenguaje a intervalos regulares.
Los resultados arrojaron algunos datos sobre el consumo de ultraprocesados en relación con enfermedades cerebrales. Según el análisis, el aumento de la ingesta de alimentos ultraprocesados en sólo un 10% se asoció con un riesgo significativamente mayor de deterioro cognitivo y accidente cerebrovascular. El efecto de los alimentos ultraprocesados sobre el riesgo de accidente cerebrovascular fue mayor para las personas identificadas como negras en comparación con las personas que se identificaron como blancas.
Por otro lado, se observó que la ingesta de alimentos no procesados o mínimamente procesados se asoció con un menor riesgo de deterioro cognitivo. Los participantes que afirmaron seguir una dieta saludable mostraron una mejor salud cerebral en comparación con quienes siguieron dietas saludables similares, pero consumieron más alimentos ultraprocesados.
En primer lugar, los carbohidratos que son parte de los ultraprocesados, generalmente se descomponen en azúcares simples, lo cual provoca rápidamente picos de insulina que alteran las funciones naturales del cerebro.
Por otro lado, los alimentos ultraprocesados se asocian con riesgos de síndrome metabólico y obesidad; tales condiciones equivalen a una mayor presión arterial, niveles anormales de lípidos en sangre y diabetes tipo 2. Además, los aditivos de este tipo de alimentos, como los colorantes, endulzantes o saborizantes, alteran el microbioma del intestino provocando inflamación intestinal. De esta forma, se producen metabolitos que pueden afectar las funciones cerebrales, así como toxinas y moléculas inflamatorias que viajan por el torrente sanguíneo y llegan al cerebro.
Para colmo, debido al bajo nivel nutricional de estos alimentos, la persona que los consume tiende a seguir teniendo hambre, por lo cual los sigue consumiendo.
Algunas funciones se pueden ver alteradas, como la producción de serotonina, la cual influye en el estado de ánimo y la capacidad cognitiva. Otra alteración puede ser el aumento del cortisol, afectando de esta forma la memoria y su función ejecutiva.
Entre las enfermedades que se presentan como las más probables por causa de las moléculas inflamatorias que viajan al cerebro, se mencionan el Alzheimer, el Parkinson y algunas otras enfermedades neurodegenerativas más particulares.
Ante este panorama, los investigadores recomiendan evitar este tipo de alimentos, entre ellos patatas fritas, panes y pasteles industriales, dulces y golosinas envasadas, refrescos dietéticos y endulzados con azúcar, sopas y fideos instantáneos, comidas listas para comer y cenas congeladas, y carnes procesadas como perritos calientes y mortadela. En su lugar, recomiendan seguir una dieta basada en pescado, aceite de oliva, aguacates, frutas y verduras enteras, nueces, frijoles y cereales integrales.