Foto: Pedro Basilio (NotiPress)
A un año y medio de la pandemia, millones de personas a nivel mundial tuvieron que emigrar de sus lugares de trabajo físicos a medios digitales para seguir trabajando. Ahora, las plataformas de videoconferencias se han convertido en una herramienta indispensable para el personal y las organizaciones. Sin embargo, trajo consigo otros problemas los cuales ocasionan estrés y diversos problemas físicos y emocionales en las personas, uno de ellos, la llamada "Fatiga del Zoom".
El término se aplica a todas las plataformas de videoconferencia donde los usuarios sienten una falta de energía y agotamiento después de un día de reuniones virtuales. El auge sin precedentes de las videollamadas durante la pandemia por Covid-19 confirmó un hecho, las interacciones virtuales pueden ser duras para el cerebro.
Una investigación realizada por Allison Gabriel, profesora e investigadora de la Universidad de Arizona, sugiere que encender las cámaras durante reuniones virtuales pueden ser la clave para generar estrés en las personas. El informe publicado en el Journal of Applied Psychology analiza el papel de las cámaras en la fatiga de los empleados y explora si los sentimientos son peores para el personal.
"Siempre existe la suposición de que si tienes la cámara encendida durante las reuniones, vas a estar más comprometido, pero no es así". Afirma Gabriel, quien también agregó que tener la cámara activada genera mayor presión de "autopresentarse", una acción asociada con ser observados todo el tiempo por los demás. "Verse listo en cámara o mantener a los niños fuera de cuadro son algunas de las situaciones cuya acción sólo genera mucho estrés y presión", agregó.
La autora del experimento involucró a 103 participantes y más de mil 400 observaciones a fin de descubrir si realmente es más agotador tener la cámara encendida durante una reunión virtual. Los resultados señalaron que cuando las personas tenían su cámara prendida o se les daba la indicación de mantener la cámara encendida reportaban más fatiga en comparación a quienes no lo hacían.
Esa fatiga se correlacionó con menos voz y menos compromiso durante reuniones; también, los trabajadores se sintieron más vulnerables en términos de su posición social en el lugar de trabajo. Pero quienes se sintieron más vulnerables fueron las mujeres y los trabajadores nuevos, ellos mostraron una mayor sensación de fatiga. Los nuevos trabajadores sintieron estrés al estar frente a la cámara para mostrar más productividad; las mujeres se presionaron más al tener una mayor probabilidad de interrupciones debido al cuidado infantil.
Ante esta situación, la autora del artículo sugiere no ejercer tanta presión a la hora de encender o no la cámara durante las reuniones de Zoom o alguna otra plataforma de videollamadas. Además, explica que los trabajadores deben tener la autonomía para elegir si usar o no la cámara y se deben eliminar las suposiciones si se es más productivo o se distrae más cuando mantiene la cámara apagada.
En general, las videollamadas han permitido durante la pandemia que las conversaciones humanas se desarrollen de forma normal, algo imposible hace diez años. Estas herramientas permiten a las personas comunicarse de forma remota, pero todavía no hay resultados exactos sobre las consecuencias del agotamiento mental que podrían ocasionar.
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