Cirugía o terapia: la evaluación que redefine el tratamiento de la epilepsia

 29-09-2025
Martín Olivera
   
Foto: Sergio F Cara (NotiPress/Composición)

Foto: Sergio F Cara (NotiPress/Composición)

La epilepsia afecta a una de cada 26 personas a lo largo de su vida, según la Fundación para la Epilepsia. De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud, hasta el 70% de los pacientes logra controlar sus crisis con fármacos anticonvulsivos, aunque un grupo significativo no responde a los medicamentos y requiere un análisis más profundo de su condición.

El neurólogo y epileptólogo Rohit Kuruvilla, del Hospital Houston Methodist, explicó: "hay una disminución en el rendimiento con cada nuevo medicamento, así que si las convulsiones persisten a pesar de probar dosis adecuadas de dos medicamentos diferentes, es entonces cuando realmente necesitamos realizar una evaluación prequirúrgica para la epilepsia". En estos casos, el procedimiento permite definir si existe una opción quirúrgica o terapias alternativas que mejoren la calidad de vida de los pacientes.

La primera fase de esta evaluación consiste en estudios para localizar la zona del cerebro donde se originan las crisis. "El primer paso es capturar las convulsiones mientras los pacientes se someten a electroencefalogramas (EEG), registrarlas y observar la actividad eléctrica asociada", señaló Kuruvilla. Durante esta etapa también se realizan resonancias magnéticas, tomografías por emisión de positrones y pruebas neuropsicológicas, las cuales brindan información sobre memoria, lenguaje y funciones cognitivas.

Cuando los resultados no son concluyentes en su totalidad, se procede a una segunda fase. En este nivel se implantan electrodos intracraneales mediante un procedimiento conocido como Stereo-EEG. "Normalmente, un paciente en fase dos estaría con nosotros aproximadamente una semana, quizás una semana y media", indicó el especialista. Con esta técnica se busca confirmar la zona cerebral afectada y mapear áreas críticas como las responsables del lenguaje o el movimiento.

En muchos casos, la evaluación no concluye en cirugía. "En general, diría que esto ocurre con más frecuencia en personas con una resonancia magnética normal o en quienes la resonancia no coincide necesariamente con lo que se observa en otras pruebas", afirmó Kuruvilla. En estas situaciones, los especialistas consideran opciones de neuromodulación como la estimulación del nervio vago, la neuroestimulación reactiva o la estimulación cerebral profunda.

Los dispositivos médicos se utilizan cuando no es posible realizar ablaciones o cirugías de resección, y su implementación depende del perfil clínico de cada paciente. Según Kuruvilla, "la neuroestimulación reactiva requiere que se tengan dos lugares de donde provienen las convulsiones, y esos lugares se confirmaron mediante un electroencefalograma estereoscópico". Esta técnica abre alternativas incluso para quienes no pueden someterse a cirugía convencional.

El procedimiento prequirúrgico no implica una decisión inmediata. "No queremos que los pacientes digan: ‘Si hago esto, me comprometo y tendré que operarme del cerebro’. Se trata de brindar información para que los pacientes tomen esa decisión por sí mismos", enfatizó Kuruvilla. En algunos casos, quienes posponen la cirugía reconsideran después de varios años, cuando las convulsiones persisten a pesar de cambios de tratamiento.




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