Ciudad de México,
Patricia Manero
Crédito foto: Patricia Manero (NotiPress/Composición)
El uso de la comida como un mecanismo para lidiar con emociones negativas es una práctica común. Muchas personas recurren a la alimentación como respuesta a la tristeza, el estrés o la ansiedad, lo que puede llevar a una relación complicada con la comida. Este fenómeno, conocido como "alimentación emocional", afecta aproximadamente al 20% de las personas, siendo más frecuente entre adolescentes y mujeres, según estudios recientes.
La alimentación emocional suele implicar el consumo de alimentos altos en calorías y bajos en nutrientes, lo que a largo plazo puede generar un círculo vicioso de vergüenza y malestar emocional. En momentos de estrés, el cuerpo produce hormonas como el cortisol, que incrementan el apetito, lo que puede intensificar esta tendencia.
Para manejar esta situación, es importante adoptar un enfoque gradual y consciente. Priorizar el descanso adecuado y comer de manera regular puede ser un buen punto de partida. Asimismo, desarrollar una mayor conciencia emocional puede ser clave. Reconocer las emociones específicas en lugar de etiquetarlas como "buenas" o "malas" puede reducir la tentación de recurrir a la comida como mecanismo de afrontamiento. Entender si el sentimiento es de aislamiento, impotencia o tristeza, por ejemplo, permite procesar las emociones de manera más saludable.
Otra estrategia útil es la alimentación intuitiva, que implica escuchar las señales internas de hambre y saciedad. Al prestar atención a las necesidades físicas, se promueve una relación más equilibrada con la comida, lo que permite disfrutar del placer de comer sin caer en excesos.
Para algunas personas, los pensamientos y comportamientos relacionados con la alimentación pueden volverse intrusivos, afectando su calidad de vida. En estos casos, buscar apoyo profesional puede ser crucial. Terapias enfocadas en la comprensión de las emociones subyacentes y el desarrollo de una alimentación más intuitiva han demostrado ser efectivas. Si se presentan signos de trastornos alimentarios, como comer en secreto o compensar el exceso de comida con vómitos o ejercicio extremo, es esencial recurrir a especialistas.