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En México cada día se registran de 1 a 3 casos de suicidio en menores de edad. Según la Encuesta Nacional de Salud (ENSANUT), en 2020 hubo 150 mil suicidios de niños y adolescentes. Además, es la cuarta causa de muerte a nivel mundial en este sector de edad, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La depresión es una condición comórbida y compleja, ya que cada caso varía de una a otra persona. Por ello es necesaria la intervención multidisciplinaria de diferentes especialistas, psicólogos, médicos, nutriólogos y orientadores. La depresión puede afectar a cualquier persona, sin importar su edad, género o cualquier otra condición.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) identificó que en 2018 la tasa más alta de suicidios se presentó en el grupo poblacional de jóvenes. Ante el problema social que representa esta enfermedad, diferentes ONG´s y gobiernos emiten con frecuencia folletos e información en torno al diagnóstico y prevención del suicidio en el sector pediátrico.
Los síntomas y factores de riesgo dependen de cada caso, la existencia de alguno de estos no determina un suicidio, pero son puntos a tomar en cuenta. Algunos de los síntomas más frecuentes son: pérdida de interés en actividades placenteras, falta de energía y ausencia de apetito, ideas suicidas, entre otros.
Cabe destacar que estos síntomas suelen estar presentes de manera persistente, es decir, durante un período mayor a tres semanas. Otros aspectos a evaluar son los trastornos de ansiedad, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, el trastorno por oposición y desafío y el abuso de sustancias.
El folleto de prevención de suicidio del Gobierno de México señala que es importante no confundir factores de riesgo con señales de alarma. Los factores de riesgo aparecen en tres esferas, relaciones, comunidades y personal. Entre estos, se encuentran los problemas familiares, tales como agresiones, violencia y abuso sexual, los problemas escolares como el bullying, acoso y las dificultades en torno a la identificación sexual, la autoestima. Las señales de alarma son aquellas acciones y comportamiento que indican cuando una persona está en riesgo inmediato de autolesión y suicidio.
Ante estas señales, las medidas sugeridas por la Organización Panamericana de la Salud son:
- Encontrar un momento adecuado y un lugar tranquilo para hablar sobre el suicidio con la persona que presente señales de alarma.
- Escucharlo con atención y no emitir juicios y establecer comunicación con total apertura.
- Hacer la recomendación de acudir con un profesional, como un médico, un profesional de salud mental, un asesor o un trabajador social.
Es de suma importancia dar seguimiento al estado de la persona y promover factores de protección, tales como relaciones sociales saludables, promover el deporte, fomentar la comunicación en casa, observar los cambios de conducta, dar acceso a materiales de medios especializados en atención emocional.
Para prevenir el suicidio en niños y adolescentes es imperativo identificar el impacto de la depresión en ellos, es decir, tener la capacidad de reconocer el riesgo de suicidio y de buscar ayuda profesional y acercarse a organizaciones gubernamentales especializadas.
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