Wotancito / CC-BY-SA-4.0 (foto sin cambios)
Familias enteras, pero principalmente los menores de edad que fueron separados bajo la política de inmigración de Tolerancia Cero de la administración Trump han demostrado tener un trauma psicológico duradero, especialmente trastorno de estrés postraumático. Entre 2017 y 2018, más de 5 mil menores fueron separados de sus padres en la frontera de Estados Unidos y México, según la Unicef.
La práctica fue denunciada por grupos de derechos humanos y expertos médicos, entre ellos, la Academia Americana de Pediatría, institución que calificó estas acciones de abuso infantil sancionado por el gobierno. Aunque la iniciativa se revocó, ese no fue el final de la historia; hasta agosto de 2021, más de mil 800 menores permanecían separados de su familia.
De acuerdo a un grupo de trabajo social establecido por la administración del presidente Joe Biden y el gobierno federal de Estados Unidos, están en negociaciones sobre cómo compensar a las familias. En la investigación, encontraron que de las 25 familias separadas en la frontera, casi todos los integrantes cumplían con los criterios para un diagnóstico psiquiátrico, a pesar de haberse reunido.
Según el reporte, un grupo integrado por psicólogos, psiquiatras, pediatras y expertos clínicos capacitados profundizaron en la situación médica y legal de 31 menores de edad y padres de familia separadas a la fuerza. El estudio estaba compuesto por solicitantes de asilo de Honduras, Guatemala y El Salvador el cual incluía a 19 padres y madres y 12 niñas y niños.
Entre los diagnósticos entregados, se encontraban que los menores de edad presentaban rasgos significativos de Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), depresión severa e incluso ansiedad debido a la separación. El doctor Ranit Mishori, asesor médico principal de la organización sin fines de lucro Médicos por los Derechos Humanos explicó que las familias experimentaron un trauma compuesto.
Además, el doctor Mishori explicó que las familias, incluidos los menores, fueron víctimas de persecución basada en pandillas en su país de origen y huyeron debido a la violencia. Una vez que llegaron a la frontera de Estados Unidos después de un viaje desgarrador, fueron confinados a un centro de detención.
Los efectos del TEPT se intensificaron para los padres, pues al llevarse a sus hijas e hijos, no se les daba ningún tipo de información sobre dónde iban o si en algún momento se volverían a reunir. "En primera instancia, puede parecer poco sorprendente, pero estos hechos causaron consecuencias psicológicas muy graves en todos los integrantes de la familia", añadió Mishori.
No obstante, el hallazgo más impactante fue la angustia psicológica severa que continuó en los menores después del hecho. Una niña guatemalteca de seis años (que no se reveló su nombre por cuestiones de privacidad) sufría de TEPT un año después de haberse reunido con sus padres. Otro caso, un niño de ocho años mostraba síntomas graves de TEPT y ansiedad por haber sido separado de su familia dos años después.
Hasta el momento, el grupo de especialistas continúa en la búsqueda de más información para saber realmente las consecuencias de las políticas impuestas por los gobiernos. El grupo de especialistas añadió que es importante atender de manera correcta a las víctimas, pues los efectos en la salud mental pueden traer consecuencias irreversibles.
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