
Foto: Patricia Manero (NotiPress/Composición)
Un estudio de la Universidad de Illinois reveló cómo partículas de poliestireno, uno de los plásticos más comunes, interactúan con bacterias patógenas humanas, entre ellas Escherichia coli (E. coli), aumentando su virulencia. La investigación sugiere que estas partículas microscópicas alteran el comportamiento bacteriano, lo cual representa una posible amenaza emergente para la salud pública mundial por su impacto en enfermedades infecciosas.
Bacterias tales como E. coli O157:H7, conocidas por causar enfermedades graves, pueden verse afectadas por nanoplásticos que se adhieren a su superficie de forma directa. Esta interacción modifica la formación de biopelículas, estructuras ayudando a las bacterias a fijarse en superficies y resistir desinfectantes o antibióticos con mayor eficacia que en condiciones normales.
Científicos detectaron cambios en el crecimiento, viabilidad y comportamiento de la biopelícula al entrar en contacto con poliestireno, lo cual genera implicaciones preocupantes para la salud humana y animal. Este efecto volvió a la E. coli más virulenta, incrementando el riesgo de infecciones graves. "Así como un perro estresado es más propenso a morder, las bacterias estresadas se volvieron más virulentas", indicó la universidad en su comunicado oficial.
Durante los experimentos se registró una mayor liberación de toxinas bacterianas, responsables de síntomas como diarrea sanguinolenta, cólicos abdominales y síndrome hemolítico urémico en individuos expuestos. Esta respuesta se asocia con el estrés fisiológico inducido por los plásticos, los cuales actúan como factores externos disruptivos dentro del entorno bacteriano.
Esta bacteria también posee una notable capacidad de adaptación, permitiéndole ajustar su comportamiento ante factores ambientales adversos, incluida la falta de hierro en su entorno inmediato. Puede detectar deficiencias nutricionales y transmitir esa información a futuras generaciones, una forma de "memoria biológica heredable" que aumenta su capacidad de supervivencia.
Fragmentos plásticos no sólo provocan un efecto físico en las bacterias; también contienen aditivos químicos usados en su fabricación industrial, capaces de alterar funciones celulares internas. Estos compuestos podrían provocar reacciones aún más complejas en las bacterias, cuya magnitud será objeto del próximo estudio del equipo de Illinois, según lo anunciado recientemente.
Grandes desafíos enfrenta la comunidad científica ante esta clase de hallazgos, que vinculan contaminación plástica con virulencia microbiana en contextos clínicos, agrícolas e industriales. La investigación, publicada en Journal of Nanobiotechnology, es una de las primeras en abordar esta interacción entre nanoplásticos y bacterias de impacto directo en la salud humana.
Hoy, la biopelícula bacteriana representa un obstáculo en ámbitos médicos, agrícolas y farmacéuticos, por su capacidad de dificultar tratamientos y persistir en ambientes hostiles. Su alteración por exposición a residuos plásticos podría intensificar los problemas ya existentes en el control de infecciones bacterianas resistentes a tratamientos actuales.
Investigadores advierten "la contaminación por microplásticos se ha extendido a todos los ecosistemas, incluyendo ambientes marinos, terrestres y atmosféricos" con presencia permanente. Esta omnipresencia incrementa la probabilidad de contacto con organismos patógenos y genera un riesgo adicional para especies animales y humanas.
Junto a estos factores, la resistencia bacteriana se consolida uno de los mayores retos actuales en medicina moderna, tanto a nivel hospitalario como a nivel comunitario. La exposición continua a contaminantes como los nanoplásticos puede acelerar mutaciones o respuestas agresivas en microorganismos, dificultando su control y tratamiento efectivo.
Kilómetros de plásticos desechados al ambiente se degradan lentamente hasta convertirse en partículas invisibles, capaces de ingresar a cadenas tróficas sin ser detectadas fácilmente. Aunque imperceptibles a simple vista, su impacto potencial en organismos vivos no debe subestimarse por la comunidad médica ni por autoridades ambientales internacionales.
Los autores de este estudio reconocen que aún falta comprender todos los mecanismos involucrados en la interacción entre plásticos y bacterias. No obstante, la correlación observada entre materiales plásticos y mayor virulencia en E. coli requiere atención inmediata de autoridades sanitarias y científicos especializados en salud pública.
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