Ciudad de México,
Jorge Cerino
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Un nuevo estudio publicado en la revista científica Eurosurveillance sugiere la existencia de una relación entre el cambio climático y la resistencia a los antibióticos. Este estudio, aunque no establece una relación de causa y efecto, encontró que países con temperaturas mínimas más cálidas (como España, Portugal, Rumania, e Italia) registraron un aumento más rápido, entre 2000 y 2016, en la prevalencia de la resistencia a los antibióticos; en comparación con los países más fríos del norte de Europa (Suecia, Finlandia y Noruega). Estos aumentos en la resistencia variaron de 0.33% a 1.2% por año, incluso considerando factores como la densidad de población local y los patrones locales de uso de antibióticos.
Publicado en noviembre de 2020, el estudio utilizó datos de 28 países europeos y cuatro millones de pacientes. La investigación se centró en la resistencia a los antibióticos de tres bacterias comunes (Escherichia coli, Klebsiella pneumoniae y Staphylococcus aureus) y tomó datos de temperatura de fuentes europeas y estadounidenses. Según sus autores, su investigación ayuda a explicar las diferencias geográficas de la resistencia a los antibióticos documentada en otros estudios transversales. Explican, dicha diferencia podría eventualmente hacer obsoletos los antibióticos actualmente más eficientes.
Aunque los investigadores admiten lo circunstancial de su evidencia, el estudio expone algunas formas potenciales en que la temperatura podría afectar la resistencia a los antibióticos. Experimentos in vitro, por ejemplo, han proporcionado evidencia de un incremento del crecimiento bacteriano en temperaturas cálidas, lo cual podría facilitar la reproducción de cepas resistentes a los antibióticos. De forma similar, otros estudios muestran evidencia de una mejor transferencia de genes de resistencia a los antibióticos entre bacterias en temperaturas más altas.
Los investigadores esperan, su estudio motive investigaciones futuras para una mejor comprensión de los mecanismos biológicos o los patrones de comportamiento humano típicos de zonas más cálidas. Estos podrían haber facilitado un incremento rápido en la resistencia de las bacterias a los antibióticos. También han llamado a realizar estudios similares, monitoreando la temperatura y la resistencia a los antibióticos, a largo plazo en Estados Unidos, para ahondar en este vínculo.
El pasado 20 de noviembre, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE, por sus siglas en inglés) anunciaron la creación de un grupo para la protección y preservación de la eficiencia de los tratamientos antimicrobianos: el Grupo único de expertos mundiales de la salud. "La resistencia a los antimicrobianos es uno de los más grandes desafíos a la salud de nuestra época. Ahora es el tiempo de forjar nuevas alianzas entre sectores para proteger las medicinas que tenemos", mencionó al respecto Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS.
La decisión de crear este grupo se tomó a partir de recomendaciones del Grupo de coordinación interagencial sobre resistencia a los antimicrobianos (IACG, por sus siglas en inglés). En un estudio encontraron que cerca del 35% de las infecciones comunes en el ser humano, en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, son resistentes a las medicinas disponibles en la actualidad. Esta cifra aumenta hasta un 80% en países de ingresos bajos y medianos.
Ante la alarma por las consecuencias catastróficas del cambio climático, señalan los expertos, es necesario llevar a cabo investigaciones más profundas sobre relación entre temperatura y resistencia a los antibióticos. Nuevos estudios requieren una nueva caracterización de los factores genéticos y biológicos que podrían contribuir al aumento de la propagación de cepas resistentes. Esto con el fin de diseñar mejores políticas de salud pública e intervenciones clínicas específicas.