
Foto: Sergio F Cara (NotiPress/Composición)
Un trabajo científico reciente concluyó que los perros domésticos no ingresaron al sur del continente americano en un único momento. Investigadores identificaron múltiples introducciones vinculadas con grupos humanos que practicaban agricultura. El hallazgo fue publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B y contó con participación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
El estudio incluyó 70 secuencias mitogenómicas extraídas de restos óseos arqueológicos y ejemplares modernos de distintas regiones, desde Mesoamérica hasta la Patagonia. Las muestras analizadas pertenecen al linaje A2b1, específico de América, según determinó el equipo a partir de comparaciones filogenéticas y de distancia genética. Ninguno de los ejemplares sudamericanos precolombinos examinados pertenece a otras variantes del linaje A2b.
Luciano Prates, investigador del CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata, señaló que "el último ancestro común entre perros de Mesoamérica y Sudamérica se habría producido hace entre 5000 y 7000 años". Este rango temporal coincide con la aparición arqueológica de cultivos en la región andina y permite delimitar el ingreso más temprano documentado de estos animales domésticos en el área.
Lucio González Venanzi, becario del CONICET en el mismo instituto, destacó que la investigación demuestra la ausencia de registros caninos entre los primeros asentamientos humanos de hace aproximadamente 14 000 años y los restos más antiguos identificados, con una antigüedad estimada entre 5000 y 7000 años. Esta brecha sugiere un ingreso posterior y diferenciado de los perros respecto a la llegada inicial de humanos al continente.
Los análisis de variabilidad genética indicaron una pérdida progresiva de diversidad desde el norte hacia el sur del continente. El patrón registrado concuerda con un modelo de dispersión por pasos y fue respaldado por pruebas estadísticas de aislamiento por distancia. Estas evaluaciones mostraron correlación entre distancias geográficas y diferencias genéticas, lo que refuerza la idea de traslados limitados entre regiones durante el periodo prehispánico.
La investigación también detectó que las secuencias caninas más recientes en el área andina se encuentran dentro de linajes introducidos tras el contacto europeo. Restos arqueológicos del periodo colonial y muestras contemporáneas de Lares y Cuzco confirmaron esta sustitución genética casi total. La comparación con ejemplares europeos antiguos reveló coincidencias con clados C, B y A, ausentes en los registros anteriores al siglo XVI.
El trabajo, liderado por un consorcio internacional, se apoya en datos de ADN mitocondrial y análisis estadísticos robustos. Según sus autores, los perros domésticos ofrecen una vía eficaz para entender dinámicas de poblamiento y relaciones culturales en América precolombina. Las secuencias genéticas revelan eventos de introducción no simultáneos y señalan una asociación directa entre la dispersión canina y la expansión de poblaciones agrícolas en el sur del continente.
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