Ciudad de Buenos Aires,
Martín Olivera
Crédito foto: Pixabay
Un equipo de la Universidad de Buenos Aires (UBA) desarrolla una prueba de saliva para detectar posibles casos de maltrato infantil mediante el análisis de biomarcadores genéticos. El proyecto, aún en fase experimental, busca ofrecer una herramienta científica para identificar alteraciones biológicas en menores expuestos a situaciones de violencia.
La iniciativa está a cargo del doctor Eduardo Cánepa, profesor consulto de la UBA e investigador principal del Conicet, junto con Bruno Berardino y Guillermina García Viazzi, psicóloga del Hospital de Niños Pedro de Elizalde. En ese hospital, que colabora activamente en el proyecto, ya se recolectaron muestras de saliva de pacientes. "El maltrato deja huellas, no solo emocionales o físicas, también moleculares", explicó Cánepa.
El equipo de investigación analiza modificaciones epigenéticas, es decir, cambios químicos que alteran la expresión de los genes sin modificar su secuencia. Estas alteraciones podrían servir como indicadores tempranos de que un niño estuvo sometido a estrés o amenazas. "Queremos entender qué mediadores moleculares vinculan esas experiencias de maltrato con sus consecuencias", sostuvo el investigador.
La saliva es una vía viable para este tipo de análisis porque contiene células epiteliales y leucocitos, desde las cuales puede extraerse ADN. "Cuando producimos saliva, secretamos células, como leucocitos y las epiteliales. A partir de estas células, extraemos el ADN", detalló Cánepa.
El estudio se centra particularmente en la metilación del ADN, una forma de modificación epigenética. "Queremos ver si hay patrones específicos de metilación que aparezcan con mayor frecuencia en niñas y niños que han sufrido maltrato. Si detectamos diferencias significativas con respecto a un grupo de control, podríamos estar frente a un marcador confiable", indicó.
Los investigadores trabajan con un grupo estimado de 40 menores, tanto con antecedentes de violencia como sin ellos. Aunque la muestra es reducida, representa una etapa inicial clave. Se prevé que los análisis completos estén disponibles a comienzos de 2026. "El objetivo principal es desarrollar un biomarcador temprano, basado en modificaciones epigenéticas del ADN, que pueda detectarse en saliva", afirmó Cánepa.
Uno de los desafíos señalados es el alto costo de los estudios epigenéticos, que deben realizarse fuera del país. También se destaca la dificultad de obtener muestras en casos donde los responsables del menor podrían ser los agresores. "Apuntamos a que, si se demuestra su utilidad, el estudio podría aplicarse en los controles pediátricos de rutina o pedirse al inicio de un ciclo escolar", añadió el investigador.
La investigación se enmarca en una búsqueda más amplia de herramientas científicas para enfrentar el maltrato infantil. Esta problemática, según Unicef, afecta al 59,4% de los menores de 15 años en Argentina con algún tipo de violencia intrafamiliar.