¿Puede el espacio convertirse en un entorno terapéutico contra el cáncer?

Células cancerígenas muestran mayor vulnerabilidad en experimentos en órbita

¿Y si tratar el cáncer fuera más efectivo en el espacio? Un investigador de Mayo Clinic explora esta posibilidad a partir de estudios en microgravedad

Las investigaciones realizadas por el doctor Abba Zubair en la Estación Espacial Internacional (EEI) introducen una perspectiva novedosa en el ámbito de la medicina: aplicar tratamientos clínicos en entornos de microgravedad. El especialista de Mayo Clinic considera que determinadas terapias podrían ser más efectivas fuera de la atmósfera terrestre, especialmente aquellas dirigidas al cáncer.

El planteamiento surge a partir de experimentos con células madre, específicamente aquellas relacionadas con la leucemia. Durante los estudios realizados, Zubair observó una modificación en el comportamiento celular bajo condiciones de microgravedad, lo cual podría influir en la eficacia de los tratamientos oncológicos. En sus palabras: "Si es ese el caso, esa ausencia de gravedad puede inducir a las células de la leucemia u otro tipo de célula cancerígena a entrar en el ciclo celular, lo que las hace más susceptibles a la quimioterapia".

Así, esta hipótesis motiva una pregunta estructural aún no resuelta: si se consolidaran terapias médicas en órbita, ¿quiénes tendrían acceso? La aplicación práctica de tratamientos en el espacio implicaría no sólo desarrollo tecnológico, sino también mecanismos regulatorios y éticos que actualmente no están definidos en ninguna jurisdicción sanitaria.

También, el investigador plantea que, de comprobarse una ventaja clínica en el entorno espacial, podrían considerarse futuras misiones médicas con fines terapéuticos. A pesar de las complejidades técnicas, menciona la existencia de simuladores terrestres de microgravedad en laboratorio, aunque admite que su implementación directa sobre pacientes humanos no resulta viable por el momento.

A nivel internacional, la legislación médica no contempla la atención sanitaria fuera del planeta, salvo en contextos estrictamente vinculados a misiones espaciales institucionales. En ese marco, la extrapolación de estas investigaciones hacia una infraestructura de salud orbital abre un debate pendiente: ¿puede considerarse el espacio un entorno clínico de acceso común o sería limitado a quienes puedan costearlo?

De este modo, las implicaciones trascienden el plano científico. En países donde los tratamientos avanzados ya presentan barreras económicas, introducir una dimensión espacial al sistema sanitario podría profundizar las disparidades existentes. El tema no fue abordado directamente en el doctor, pero la sola mención de esa posibilidad podría activar una conversación necesaria entre organismos internacionales, agencias espaciales y sistemas de salud pública.

Igualmente, los experimentos de Zubair comparan células tratadas en la EEI con muestras idénticas manipuladas simultáneamente en laboratorios terrestres. Según sus declaraciones, esta estrategia permite validar con rigor los efectos observados y comprobar si los resultados pueden traducirse en soluciones clínicas reales.

Finalmente, el trabajo del Dr. Zubair recibió reconocimiento por parte de la NASA mediante la Medalla al Logro Científico Excepcional. El galardón destaca el potencial de las células madre mesenquimatosas humanas cultivadas en el espacio para futuras aplicaciones clínicas.